A la espera de lo que decidan los militantes con la votación final sobre el acuerdo, éste parece hecho y bendecido por los dirigentes republicanos. No es en este contexto un dato menor la debilidad que muestra el independentismo en la calle, como demostró la concentración del último fin de semana de la ANC en la plaza Urquinaona que reunió a no más de 1.500 personas.
El acuerdo entre socialistas y ERC
Por tanto, el acuerdo entre socialistas y ERC para hacer a Illa presidente sin entrar en el gobierno, que sí contaría con la participación de los Comunes, reproduciendo miméticamente el escenario de los Congreso de los Diputados, está prácticamente cerrado y sólo una sorpresa de última hora podría impedirlo.
Falta acabar de rematar el tema de la financiación que no es fácil, si bien se ve favorecido porque el Estatuto de Autonomía contempla, como también lo hace el de Andalucía, la existencia de un consorcio tributario entre la Generalitat y la hacienda española. Está claro que esta fórmula no garantiza una distribución de los recursos en la línea que reclama ERC, pero puede ser una carta sobre la que construir un relato aceptable para presentarlo a la militancia.
Este lunes, en la reunión del consejo de política fiscal y financiera, tendremos una primera idea de cómo se está resolviendo la cuestión porque asistirá la consellera por la banda catalana, Natàlia Mas, a fin de presentar la financiación singular de Catalunya, hecho que la Moncloa dice ver con buenos ojos porque considera que es un gesto de normalización después de tantas ausencias por parte catalana.
Sin embargo, hay que ver las reacciones a partir del lunes. Hacienda tiene una pomada para calmar el clamor contrario a las demás autonomías. Se trata de la condonación de toda la deuda acumulada por éstas de las que, si bien Catalunya sería la máxima beneficiaria, con 72.000 millones de euros, para algunas como Valencia significaría la superación de una asfixia difícilmente llevadera. En este caso, la mayor discrepancia puede venir de Madrid, dado que sus finanzas más saneadas le han permitido financiarse acudiendo al mercado de capitales y, por tanto, no se vería beneficiada de la condonación.
En este escenario de previsible acuerdo, el margen de maniobra de Puigdemont para evitar quedarse reducido a la insignificancia política es reducido. Sólo un puñetazo sobre la mesa puede desequilibrar la partida, y éste no es otro que el de su retorno inmediato con la posibilidad de ser detenido y encarcelado al menos temporalmente.
Reacciones de ERC y socialistas
ERC, en boca de su secretaraa general, Marta Rovira, mantiene formalmente el listón alto, no sólo porque dice que ha vuelto para terminar su trabajo, lo que sitúa la cuestión en el ámbito de la indeterminación, sino por razones más concretas y inmediatas como pedir una entrevista con Sánchez, como paso previo del acuerdo con el PSC. Algo que en estos momentos está fuera de la táctica socialista que mantiene la ficción de que el acuerdo sobre la presidencia de la Generalitat se juega sólo en Catalunya.
Consecuencias del pacto para ERC
Sea como fuere, el acuerdo entre socialistas y ERC puede representar un factor adicional de desgaste para ERC básicamente por dos razones. La primera, porque todos los acuerdos alcanzados salvo los referidos a la amnistía y a los indultos, no se traducen en nada tangible. El precedente más espectacular es el traspaso de Cercanías de Renfe que, después del tiempo transcurrido, sólo se ha producido en múltiples comisiones de trabajo y ni un solo elemento que signifique una perceptible mejora del servicio para los usuarios. La segunda razón es la de si un partido que se declara independentista puede ser el fundamento de la gobernación del PSOE en Catalunya y en España.
Sumado y debatido, la cuestión de fondo puede resumirse en dos puntos. El primero es que si el acuerdo se produce, los republicanos serán capaces de soportar la presión de mantener a dos gobiernos socialistas, aquí y en Madrid, sobre sus espaldas asumiendo las responsabilidades y consecuencias de todo ello, pero sin entrar en las capacidades ejecutivas que da participar en un gobierno.
El otro, afecta a Junts y es si en este escenario aceptará convertirse en un simple acólito en Madrid y en el parque de la Ciutadella del que se vaya tejiendo y destejiendo entre Comuns, Sumar, socialistas y ERC. ¿Bastará con ser un apoyador crítico, pero en ningún caso dispuesto a derribar a los gobiernos?