Junto con los problemas derivados de las elecciones francesas, la atención en el ámbito internacional se centra, como no puede ser de otra manera, en el problema que la candidatura de Biden significa para los demócratas con una singularidad, seguramente producto de la necesidad. Ahora descubren las virtudes de la injuriada vicepresidenta Kamala Harris, a pesar de que los sondeos no le otorgan una posición mucho mejor que la del presidente. Leyendo detenidamente, se puede comprobar que las dos grandes virtudes que se le señalan, además del carácter racial, son la de ser una firme defensora del aborto y una feminista de pro, dos constantes de la Gran Alianza.
El diario El País, que usamos como acta notarial para el análisis de la información, refleja las filias y las fobias, también como es lógico, en la política española.
Por ejemplo, su visión estrábica de la neutralidad de la justicia. Página entera defendiendo un Consejo General del Poder Judicial más independiente y ni una sola palabra sobre el daño que está haciendo el Tribunal Constitucional con una exhibición desbordante de dependencia gubernamental para absolver a los condenados por el ERE de Andalucía, el caso más grande de corrupción de la democracia española.
Como todos los domingos, se produce el adoctrinamiento y consigna semanal a cargo de Máriam Martínez-Bascuñán, profesora de Ciencia Política y Teoría Feminista en la Universidad Autónoma de Madrid, y como es de rigor, un elogio y promoción de las identidades LGBTI a cargo de Elvira Lindo, columnista habitual también del domingo, en la persona de Josep Pérez Ocaña y con un titular que es toda una declaración de intenciones: «Pintor, marica (sic) y libertaria (sic)», a quien define como «un rayo iluminador de una juventud». Por menos no se pone. Todo esto completado con una página entera, una más de las muchas que ha publicado a lo largo de la semana dedicada al famoso orgullo LGBTIQ+. El día anterior y, por tanto, ya fuera del parámetro de medida, se producía también el elogio y promoción del movimiento queer y se presentaban podcasts elaborados por lesbianas y bisexuales. También, en el mismo orden temporal y manteniendo la página entera, un reportaje sobre seis profesores que eran referentes LGBTI en las escuelas. Está claro lo que le interesa a la Gran Alianza.
A lo largo de estos días hay que mencionar el anuncio del Ministerio de Igualdad que ya asume plenamente la función de «gran hermano» porque incita a denunciar al 016 si tu pareja (un hombre, claro) resulta que te ha roto algún objeto de valor personal. Este es el nivel al que estamos llegando en el progresivo descenso al absurdo. También es remarcable el anuncio a toda página de otro teléfono, en este caso el 028, para atender quejas y denuncias de las personas LGBTI. En este caso se han olvidado de la «Q».
En el análisis de la situación española se trata, como no puede ser de otra manera, del problema de la inmigración y la situación crítica de Canarias, pero lo hace desde la más estricta perspectiva que utiliza el gobierno: el reparto de 400 menores sin abordar el problema de fondo, que es que quedan miles en Canarias y que no hay respuesta del gobierno para la inmigración ilegal.
En este sentido, es digno de admiración que hace pocos días los ministros del gobierno se abalanzaran en masa contra la idea del portavoz del PP de hacer intervenir a la Armada para el control de la inmigración en Canarias; ciertamente un chiste que no pasará a la historia, y ahora resulta que Sánchez, en la reunión de la OTAN en Washington, reclama la intervención de la Alianza Atlántica para el control de la inmigración africana. ¿Armada española «no» y OTAN «sí»? Son muy curiosos los criterios del gobierno.
Hay dos páginas excelsas. Una entrevista a Margarita Robles preparando la reunión de la OTAN con una frase digna del Ejército de Flandes. Dice la ministra: «Defendemos a los países de la OTAN con más gasto militar que nosotros». Eso sí que es furia española. La segunda es un claro «sin complejos» cuando el ministro Bolaños declara que espera que el Tribunal Constitucional deje arraigado todo lo referente a la amnistía. Ya se sabe, el gobierno tiene ahora una última instancia a la que siempre puede acudir para lavar sus trapos sucios.
En las páginas de cultura es útil reseñar, porque también son objetivos de la Gran Alianza, sobre todo por el lado de la progresía, la tarea de «descolonización» que está llevando a cabo el Ministerio de Cultura en los museos españoles. Y también a página entera, el ataque que aplican a los programas de Iker Jiménez, a quien acusan de practicar el delirio de la conspiración «de derechas», naturalmente. A pesar de que lleva 800 programas con buenos resultados, lo liquidarán si El País sigue metiendo la nariz en el asunto.