El catalán vive una crisis desatendida que el nuevo gobierno debería abordar con urgencia en lugar de vivir como si no existiera, como viene haciendo el gobierno Aragonés.
De hecho, la versión oficial es lo suficientemente positiva porque, pese al flujo inmigratorio, entiende el catalán el 94,4% de la población de 15 o más años, lo lee el 85,5%, lo habla un 81,2% y lo escribe un 65,3% . Por tanto, parece como si la lengua catalana tuviera una situación casi normalizada, excepto en lo que se refiere a la escritura. Los carteles y textos en catalán y dirigirse a alguien en esta lengua debería ser habitual dadas las arrolladoras cifras que reflejan su conocimiento.
Sin embargo, la realidad es diferente y presenta signos claros de reducción lingüística.
Para empezar, es la lengua inicial de sólo el 31,5% de la población y la lengua habitual del 36,1%. Esta diferencia de casi cinco puntos señala la capacidad de atracción del catalán de la población que no la ha tenido como lengua inicial.
Si observamos la evolución de la lengua habitual por franjas de edad, de acuerdo con la encuesta de usos lingüísticos de la población, puede constatarse el retroceso. En 2003 significaba el 46% y en 2018 había retrocedido hasta el 36%. Esta reducción se daba sobre todo en la población de 30 a 44 y debe ser un efecto del impacto migratorio.
En el núcleo central de Cataluña, Barcelona y su área metropolitana, el resultado es realmente adverso. En la capital sólo el 29% tienen el catalán como lengua habitual, en el Barcelonès es aún menos, el 25%, y en ámbitos como L’Hospitalet apenas llega al 12% o en el Barcelonès Nord que se sitúa en el 15%. Sólo en los territorios externos en el área metropolitana, comarcas gerundenses, tierras de Ebro, comarcas de Lleida, comarcas centrales y Pirineo, es mayoritario. Pero no en el campo tarraconense con un 30% y en el Penedès también un 40%. Por tanto, está claro que hay un retroceso que tiene unas causas claramente identificables.
Apuntamos 10:
- Pese a su carácter de lengua vehicular, es la asignatura menos valorada por los alumnos. Existe claramente un déficit pedagógico que la Generalitat ha sido incapaz de resolver.
- Ha dejado de ser, en gran medida, vista como una lengua de promoción social y de relieve cultural. Aquí intervienen factores muy distintos. Uno institucional es el penoso papel que desempeña la televisión pública catalana incapaz de promover el uso del catalán, en términos cuantitativos, y de darle valor cultural, en términos cualitativos.
- El descenso de calidad de las manifestaciones culturales catalanas. El siglo XX, durante el cual el país sufrió condiciones muy adversas, fue calificado al mismo tiempo por Joan Triadú como el Siglo de oro de la literatura catalana. Hoy estamos a años luz de este hecho y, naturalmente, esto es también un factor que juega a la contra.
- Las familias han sido el reducto invencible de la transmisión del catalán. Fue gracias a ellas que se superó la grave prueba del franquismo. Pero lo familiar en Cataluña se ha roto y su capacidad de transmisión de valores y cultura está muy afectada. La lengua registra este déficit como lo sufre también la misma escuela.
- El gobierno de Catalunya hace años que se demuestra incapaz de promover la calidad cultural, la excelencia lingüística y la extensión del uso habitual del catalán. Confunde esta necesidad con una especie de policía de la lengua que tiene resultados contraproducentes.
- El sentido patriótico que significa amor por las propias cosas, ha quedado muy desvanecido. Se manifiesta en la cultura popular pero también en el amor espontáneo a la propia lengua y la actividad cultural. Un idioma que debe convivir con ofertas tan potentes como el castellano y, desde la globalización, el inglés, si no juega también la carta del propio cariño lo tiene muy difícil.
- El independentismo ha fracturado la cohesión cultural y lingüística . Pujol, que sabía muy bien lo que se hacía , velaba por que hubiera una unidad en lo esencial, era la idea de “un solo pueblo” o de “somos 6 millones”. Y uno de estos elementos fundamentales era la lengua y la cultura. Y esto permitió que el catalán fuera visto con buenos ojos por la mayoría de la población inmigrada. El independentismo lo que ha supuesto es un rechazo para lo que para algunos es la lengua de la independencia, el catalán.
- El giro lingüístico de los catalanes. Aunque casi todo el mundo lo entiende, a la mínima de cambio los catalanohablantes se pasan al castellano o se dirigen directamente en castellano en lugar de utilizar una lengua que es la propia de Cataluña y que entiende más del 80% de la población.
- Las empresas. Se habla mucho de responsabilidad social de las empresas, de su papel con la sostenibilidad, sus políticas de género LGBTI y una larga lista de cuestiones, seguramente excesiva. Pero, al mismo tiempo, muchas de ellas cometen una gran omisión al no tener la menor consideración hacia la lengua propia de Cataluña y no solicitarla como una condición para sus trabajadores, sobre todo para aquellos de atención al público.
- La gran causa, las fuertes inmigraciones del actual siglo, las que se han producido al inicio y, sobre todo aún mayores, desde la covid y que han modificado radicalmente la base demográfica del país. Un 30% de la población de Barcelona ha nacido en el extranjero, la mitad, o casi, de la población en edad de trabajar también tiene este origen, y este factor representa una dinámica muy adversa para el catalán, que acentuará su exclusión si todo sigue como hasta ahora.