El presidente Sánchez realizó este pasado miércoles una visita relámpago a Marruecos anunciada con muy poca antelación. Básicamente, ha consistido en una reunión con el primer ministro del gobierno marroquí y una audiencia con el rey Mohamed VI.
Por las informaciones del propio presidente en la rueda de prensa posterior, no está nada claro cuál era el motivo de este viaje más allá de la hipótesis de que Mohamed VI le hubiera indicado que estaba dispuesto a recibirlo en un día y hora concreta. Cabe recordar que en la visita anterior del presidente del gobierno a Marruecos, el monarca no lo recibió; de hecho, ni siquiera estaba en el país sino, que permanecía en uno de esos largos períodos de vacaciones que periódicamente practica.
La rueda de prensa tuvo como principal característica los elogios desmedidos del presidente del gobierno sobre el funcionamiento de las relaciones con Marruecos. Son desmedidos porque existen problemas evidentes que no están bien resueltos y que Sánchez prefiere ignorar o negar su existencia.
Uno de los más graves es la situación actual del narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar. El asesinato de 2 Guardia Civiles por parte de una narcolancha ha puesto en primera plana un problema estructural que permanece desde hace tiempo: la impunidad del tráfico de hachís y de cocaína a través del Estrecho de Gibraltar, no sólo es desmesuradamente mayor, sino que cada vez se realiza con mayor impunidad y con una mayor agresividad por parte de los traficantes, que llega al extremo de que a veces las fuerzas del orden perseguidoras se convierten en perseguidas.
En este problema tiene mucho que ver el débil control que la policía marroquí ejerce tanto en la costa como en el mar. Incluso existe la impresión creciente de que las embarcaciones de la gendarmería marroquí más bien escoltan que obstaculizan las narcolanchas. Precisamente un nuevo y escandaloso accidente ocurrió la noche antes del viaje de Sánchez. Un equipo de Cuatro se había embarcado en una misión de vigilancia nocturna española para realizar un reportaje, y en el transcurso de la misma detectaron y persiguieron una narcolancha. Todo transcurría en aguas españolas y se produjo algo que parece insólito, pero que según la propia policía no es infrecuente. Apareció una embarcación de la gendarmería marroquí superior en calado y armamento que maniobró para impedir que la persecución continuara. En el reportaje se oye cómo los policías comentan que es mejor retroceder porque los marroquíes no están por tonterías y abordan o disparan a las embarcaciones españolas.
La policía de un país vecino en aguas territoriales de ese país impide por la fuerza la persecución de los narcotraficantes y además se constata que éste no es un hecho insólito. ¿Cómo es posible que estos escenarios se produzcan sin una protesta formal del gobierno español y no se adopten medidas pertinentes? Agredir una embarcación policial es muy grave y si además se hace en las aguas del país de procedencia de la nave en cuestión, lo es aún más. Pero lo que ha acompañado este hecho transmitido en directo por la televisión, grabaciones de voz incluidas, ha sido el silencio por parte de Sánchez como por parte del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.
Existe un extraño acatamiento de las actuales actuaciones con Marruecos que incluso se muestran en la actitud del presidente del gobierno hacia el monarca marroquí. La breve grabación de la televisión de la entrevista entre ambos muestra un comportamiento corporal y verbal de sumisión clara y rotunda, incluso para empezar la reunión el presidente del gobierno de España le dice a Mohamed VI: “gracias por su tiempo”. Una expresión infrecuente en las relaciones de estado a estado y que es más bien la lógica en una entrevista de búsqueda de trabajo.
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