La frágil teoría de Sánchez construida a posteriori para justificar su continuidad en el gobierno a base de una extensa coalición puede haberle conducido a él y al propio partido a un callejón sin salida. Si Sánchez fracasa, la situación del PSOE será muy difícil porque, por un lado, ha arrasado, como hizo Zapatero, con todas las personalidades con capacidad de destacar políticamente, y porque los costes de lo que habrá generado su política tardarán tiempo en ser digeridos.
Y es que la coalición está formada por Sumar, que a su tiempo significa IU, Más País, Partido Comunista, En Comú Podem y otros grupos menores, más UP, que ya prácticamente se han ido a la montaña, BNG, Compromís, Coalición Canaria , PNV, Bildu, ERC y JxCat. Más de una decena de organizaciones de intereses no siempre conciliables resultaba de entrada de difícil conducción. Este proceso ya de por si poco creíble se complica a partir del momento en que la pieza maestra de toda la construcción es la amnistía.
La ley tal y como estaba redactada y entró en el congreso, ya presentaba numerosas dificultades, como pusieron de relieve las letradas de la Comisión de Justicia del Congreso. Concretamente, porque Las Cortes no tienen atribuciones para aprobarla y por vulneración de los principios de seguridad jurídica, igualdad ante la ley y exclusividad del poder judicial. Sánchez podría pensar que, pasado el trámite parlamentario y pese a los recursos de inconstitucionalidad, el TC, formado por una mayoría de amigos políticos sin reparos, la daría por buena. Pero había más, y ese «más» ahora se hace muy evidente. Se trata de la Unión Europea.
Junto a todas aquellas cuestiones, el artículo 4 de la disposición establecía una serie de restricciones para los jueces que eran incompatibles con la independencia del poder judicial. Y éste es un factor que pesa en una España cada vez más percibida como poco cumplidora del equilibrio de poderes. La petición del arbitraje del comisario de justicia de la Unión y la primera reunión entre Bolaños y González Pons lo constatan por la naturaleza insólita del hecho y que no hace más que exacerbar la atención con la que Parlamento y Comisión miran la situación de la justicia en España.
Ahora tras la derrota propinada por la iniciativa de Junts, el panorama se complica más. Disponen de un mes para negociar, pero ambas partes tienen un margen de maniobra muy pequeño. Ni Sánchez puede retroceder mucho más, ni JxCat puede aceptar un texto que sea prácticamente igual al que ahora ha tumbado.
La alerta europea hace ya mucho ruido. La Comisión de Justicia y Libertades del Parlamento Europeo incorporó ayer una enmienda al texto que está preparando, que prohibiría a los gobiernos estatales conceder amnistías e indultos por delitos de malversación y corrupción. El hecho es tanto o más significativo porque esta Comisión está presidida por un destacado miembro del PSOE, el ex ministro Juan Fernando López Aguilar. El voto negativo de los socialistas no logró detener una derrota que augura un mal futuro para los intereses de Sánchez, porque la enmienda fue aprobada por 47 votos contra 17. Es lógico, pues, que el gobierno español esté atemorizado porque el Parlamento y Comisión Europea puedan desautorizar la ley que ahora todavía tiene los focos más encima por la presunta implicación de Rusia con el independentismo de Puigdemont. La combinación de amnistía por malversación, la difícilmente justificable diferencia entre terrorismo que vulnera gravemente los derechos humanos y aquél que no lo hace, teoría que conduce a señalar que hay terrorismos que dañan a aquellos derechos, y el añadido del posible delito de extradición relacionándolo con Rusia, hacen un paquete de difícil digestión.
Si a todo esto se le suma la inestabilidad parlamentaria que tiene con UP y JxCat, los primeros autores calificados, resulta difícil concebir cómo gobernar en estas concisiones.
Sánchez tiene hasta el 29 de mayo, un plazo en el que su gobierno es intocable porque la Constitución establece en su artículo 115.3 que no se pueden convocar elecciones hasta transcurrido un año desde la convocatoria de las anteriores. A partir de esa fecha todo es posible.
Es evidente que Sánchez aguantará lo que sea necesario, pero también lo es que si todos estos frentes adversos cristalizan, incluso por el sistema español, en el que el político nunca dimite, pete quien pete, será incluso demasiado.