La Cataluña actual vive bajo la losa de una memoria selectiva, fruto del esfuerzo del poder político y mediático. El resultado es una cultura capada y cada vez más delgada porque somos incapaces de reconocernos a nosotros mismos.
El pedagogo y filósofo Gregorio Lluri ha editado un libro «Los muchos callan y los pocos gritan: reflexiones breves de un filósofo» con comentarios de Jaume Balmes que está teniendo un éxito más que notable, aunque trata de un personaje olvidado, filósofo y sacerdote de relieve internacional y de una materia como la filosofía. Es una constatación de que existe interés, lo que no existe por parte de los poderes públicos y mediáticos es la voluntad de satisfacerlo.
Balmes, que murió muy joven, aún no tenía 50 años, unía a su condición de sacerdote y filósofo su preocupación por el grave problema político de la época en la que vivía y la inestabilidad que existía. Es un ejemplo de pensamiento y acción fuera de la lógica partidista.
Su libro “El criterio” sigue siendo un buen recurso para contribuir a la educación de la gente joven, pero está enterrado en el fondo del cajón. Y si esto le ocurre a Balmes, ¿qué le puede pasar a otro gran personaje como es Torras y Bages que además era obispo de Vic?
Es evidente que su obra necesita actualización, pero sus textos como “La tradició catalana” siguen siendo fuente, por un lado, de reflexión y, por otro, de conocimiento de una época. Aquí puede encontrar el texto “Torras i Bages, una primera aproximación a sus perfiles estilizados”. Torras i Bages tuvo la virtud de definir un proyecto cultural para su tiempo, ser un impulsor de la primera encíclica social de Rerum novarum de León 13, y dar una respuesta positiva desde la iglesia al catalanismo político entonces emergente. De hecho, su obra inspira la acción de Prat de la Riba. Como seguidor de la Rerum novarum , el proyecto social ocupó un lugar importante, apoyandola Acción Social Popular del Padre Palau y publicando una carta pastoral en 1905, “La elevación del pueblo o la democrática cristiana” que marcó una referencia para la época.
Y en esta línea de desconocimiento y ocultación, en la que sólo parece que exista la Guerra Civil y la II República, y aún con una fuerte tendencia a la censura en lo que respecta a esta época (por ejemplo la ocultación de la obra de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña asesinados a cientos por las patrullas de control a pesar de su ausencia de partidismo político; sólo eran catalanistas y cristianos y prácticamente todos ellos trabajadores).
En épocas aún más recientes, las de la reconstrucción de Cataluña, nombres como los de Anton Canyelles, Joan Samsa, Miquel Coll y Alentorn, gente de UDC, han sido sistemáticamente olvidados, a pesar de su labor de reconstrucción política y cultural del país y de reconocimiento internacional del hecho catalán, hasta el extremo de que UDC tenía representación directa en la internacional y en la UE demócrata cristiana, y esto en tiempos en los que esta opción política era una fuerza gubernamental en la mayoría de los países del Mercado Común. Todos estos servicios, por un lado, y todo su relato y experiencias que serían muy útiles para la situación actual, han sido cancelados.
Tenemos, por tanto, una memoria política y cultural muy delgada y frágil, y como es cierto, tal y como escribe Charles Taylor, ninguna época es capaz de dar respuesta a sus problemas si sólo aplica los recursos de su tiempo.
Seguramente, y junto a la crisis moral, esa querida desmemoria está en la raíz de nuestra específica policrisis.
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Josep Miró y Ardèvol: Lo más importante que he hecho en mi vida es casarme con Muntsa, tener hijos, Marc y Josep y, pero eso ya es una feliz derivada, una nieta, Anna. Lo más grande que me ha sucedido es haber dispuesto del don de la fe. A partir de ahí, todo lo demás son consecuencias o complementos.