Tanto en su discurso de investidura como en la presentación de su nuevo gobierno, Sánchez ha establecido unas premisas y, por tanto, la base desde la que gobernar, que son radicalmente falsas y constituyen un engaño a los ciudadanos. El problema se multiplicará si el propio gobierno se cree sus falacias, que no son otras que afirmar que España económicamente va muy bien y a esta afirmación le pone cara, no sólo el presidente sino “la tecnócrata” europeísta Nadia Calviño y la nueva vicepresidenta, Irene Montoro.
Sánchez llegó a afirmar en su discurso de investidura que “seremos una de las naciones más prosperas del mundo”. Es una afirmación increíble cuando el país viene retrocediendo en lo que más cuenta, que es el PIB per cápita en unidades de poder de compra (EPA, estándar de poder adquisitivo).
En la actualidad España ocupa el puesto 18, por debajo de los 27 países de la UE, por tanto, se sitúa en la banda baja y es así porque se ha visto superada por Malta, Chequia, Eslovenia, Chipre, Lituania y Estonia. Si observamos la última década (tabla) podemos observar que al inicio de ésta, en 2010, nos situábamos muy cerca de la paridad, pero que esta aproximación retrocedió, y en los años 2013 y 2014 nos habíamos situado en el 90% para a continuación recuperar el proceso de convergencia y alcanzar el 93% en 2017.
Hubo un bajón en el 2017 y desde el 2018, cuando empiezan los gobiernos Sánchez, se produce una regresión de la que no nos hemos recuperado. Y en 2022 nos situábamos en el 85%. Se puede decir que este retroceso se debe sobre todo a la covid, pero hay que recordar que estamos hablando de una medición relativa que relaciona lo que hemos mejorado nosotros con lo que ha mejorado la media europea, y eso significa que si bien la covid nos afectó a todos, el impacto económico en España ha sido literalmente desastroso y la recuperación muy lenta. Y este problema se debe a los gobiernos Sánchez, si bien las causas de nuestra dificultad para recuperarnos y volver a cifras que nos aproximen al 100% de equivalencia en PIB per cápita EPA vienen de más lejos.
Pero entonces, ¿por qué el gobierno afirma y las cifras lo demuestran, que nuestro PIB crece más que el resto? Lo afirma porque es cierto, pero lo que no dice es que este crecimiento se hace únicamente a base de incorporar más y más mano de obra procedente de la inmigración y esto hace que el pastel crezca. Pero como hay mucha más gente que repartir a la hora de hacer las respectivas porciones y medirlo con los términos que realmente demuestran la mejora, el trozo de pastel que le toca a cada uno, considerando además el poder adquisitivo de cada país, es entonces cuando se produce la constatación de que España retrocede.
Lo constata el informe anual del año 2022 del Banco de España en el que afirma que el crecimiento de la economía española no es suficiente para asumir la convergencia en renta per cápita del área del euro. Este hecho se produce sobre todo porque la productividad española es mala, francamente mala.
Como hemos dicho, el crecimiento viene ocasionado por la aportación de más trabajadores y no por que cada uno de ellos genere más producción. La economía español está dopada por la inmigración. De hecho, la productividad está encadenando la peor fase desde 1999. En relación a la convergencia con Europa y sólo en los tres últimos años 2019-22, los tiempos de Sánchez, hemos perdido 4 puntos porcentuales. Es decir, la política económica del sanchismo no es buena para la convergencia europea a pesar de la importancia del fondo Next Generation. Y esto es así porque sigue abonado a la inmigración, a fomentar la inmigración que hace que se concentre el empleo en sectores de baja productividad. Como por ejemplo, la construcción, que en los últimos años ha crecido un 6,9, pero el empleo a tiempo completo lo ha hecho en un 11,3, lo que ya nos indica dónde se ha reducido la productividad. También en otros sectores como los servicios inmobiliarios, hostelería y comercio. Por el contrario, aquellos sectores que pueden obtener fuertes ganancias con la productividad, como la industria, manifiestan una notable atonía y su peso en el conjunto de la economía no acaba de arrancar.
Mientras esto no se resuelva, mientras no se reavive la natalidad para depender menos de la inmigración a largo plazo, mientras no se aborde a fondo la crisis educativa, ni las causas que hacen que la productividad total de los factores sea deficiente comparada con Europa. Hasta que no se dé respuesta a que el minifundismo empresarial que caracteriza a España impide ganancias en la productividad, no saldremos del retraso, y otros países seguirán pasando por delante. Previsiblemente de seguir igual, Polonia nos atrapará al terminar la presente década.
Lo más lamentable de todo es el mal uso que se está haciendo de los fondos europeos Next Generation, pero esto es ya todo otro tema.