Ayer se produjo el último debate entre los dos candidatos que concurren a la segunda vuelta de las elecciones argentinas, que se llevarán a cabo este domingo en un país destrozado por la inflación, la dualización, el endeudamiento público y la fuga de capitales como primer deporte del país.
El Nobel de Economía, Samuelson, afirmaba que el mundo se dividía en países ricos, países pobres, Japón que nadie sabe por qué es rico, y Argentina que nadie sabe por qué es pobre. Es una caricatura que expresa bien el asombro ante la crisis permanente de aquel país que, a principios del siglo XX, era una de las grandes promesas mundiales, dado su potencial de recursos naturales, ganaderos y agrícolas y que ha ido de mal en peor, de crisis en crisis.
Y ahora las elecciones se juegan entre un candidato que quiere dualizar la economía del país y suprimir el Banco Central, entre otras ideas, y que ha realizado una campaña de destrucción masiva; y otro candidato que toda la vida ha estado en política, es el actual ministro de economía y, por tanto, pertenece al peronismo que es uno de los agentes fundamentales de la crisis.
Pero, todo esto, ¿por qué ocurre?
Hay un informe del Banco Mundial, ¿Por qué Argentina no logra crecer?, del año 2017, que sitúa tres grandes razones complejas.
- La inestabilidad macroeconómica, dado que Argentina sufre episodios recurrentes de inflación desbordada, déficit fiscal, endeudamiento externo y crisis cambiarias (¿quién no recuerda el famoso corralito?) que han erosionado la confianza, reducido la inversión y ahorro y ha generado pobreza y desigualdad. La receta es clara: debe equilibrar sus cuentas públicas, fortalecer el marco monetario financiero y mejorar su inserción internacional. El problema es que para hacer todo esto es necesario romper muchos platos, es decir, crear malestar en la población y evidentemente ésta no es la habilidad peronista.
- La baja productividad. Es un mal que lleva décadas arrastrando a Argentina y ha hecho perder competitividad ante otros países emergentes. Entre sus causas, el Banco Mundial señala la escasa diversificación productiva, su pobre innovación tecnológica, la baja calidad educativa y la rigidez laboral.
- Por último, la falta de integración en los mercados mundiales, tanto en el ámbito comercial como financiero que le han impedido aprovechar las oportunidades de globalización.
Está claro que existen más factores negativos. Uno es un intervencionismo estatal corporativista que destruye todo criterio ligado a la eficiencia económica, control de precios, regulaciones restrictivas, despenalizaciones improvisadas, … Y a esta intervención estatal excesiva se le añade su correlato: la corrupción , un problema endémico de la política y administración argentina en la que participan desde el primer mandatario hasta el último administrativo, si es que puede.
Todos estos hechos determinan carencias concretas. Por ejemplo, la falta de intervención en infraestructuras y el pésimo estado de la educación.
En último y primer término la crisis argentina es una crisis de sus instituciones, incapaces de cumplir con su misión. Es una crisis política profunda que lleva décadas empezando y que la sociedad argentina no ha sabido encontrar en sí misma los recursos necesarios para una regeneración.
No es un problema derivado de la «pobreza del país», aunque cada vez tiene más pobres. Por el contrario, su abundancia de recursos en este caso no le ha facilitado disponer de buenas instituciones y políticos honestos. Podríamos decir que es la otra cara de la moneda de lo que significa Portugal, un país con escasos recursos y castigado históricamente por el coste de sus largas colonias, quien da buenas lecciones, como ahora mismo, de gobernanza, de respeto a las instituciones, de eficacia en la persecución de la corrupción política. Que tiene un jefe de Estado cuyas atribuciones le permiten ejercer de árbitro sobre todo porque tiene la potestad de convocar elecciones y vetar leyes en determinadas condiciones. Paso a paso, Portugal da un camino que, por ejemplo, España va deshaciendo y en determinantes aspectos ya ha logrado superar lo que siguen siendo problemas crónicos para España, como es la crisis educativa y la elevada tasa de paro.
En un extremo está Argentina, entre Milei y Massa, en el otro está Portugal y en medio podríamos decir que se encuentra España. La cuestión de fondo es que la oposición española tiende cada vez más a parecerse a Argentina con una diferencia fundamental, eso sí: al margen de la crisis institucional y política, la economía española es extraordinariamente más competitiva y dispone de el cobijo del euro y la UE. Es otro mundo.