Collboni, el segundo de Ada Colau a lo largo de 8 años, excepto el período que la alcaldesa lo echó del gobierno por el acuerdo de los socialistas con la aplicación del 155, es el nuevo alcalde de Barcelona tras el pacto acordado en Madrid entre el PSOE y el PP. No ha sido un plenario para elegir al alcalde que pueda pasar a la historia.
Los reproches y enfrentamientos fueron su característica. De hecho, es la segunda vez que ocurre. En el anterior caso, también los votos de Valls que hicieron alcaldesa a Colau, significó negar toda posibilidad a la primera lista elegida encabezada por Maragall. Tampoco es un buen síntoma del estado de la ética política en el ayuntamiento los juegos de manos previos.
Recordemos que Collboni mantuvo durante un largo período de la campaña, cuando las encuestas le daban la victoria, que la alcaldía debía ser para la lista más votada. La propuesta de Colau, repartiendo la alcaldía entre tres, tampoco es de las que llaman al entusiasmo ético sobre todo porque ella viene de una serie de carencias, como haber sido alcaldesa por los votos de Valls o haberse saltado el límite de su partido, de sólo presentarse en dos mandatos. Naturalmente, todos estos cambios y repuestos, en aras de buscar el mejor bien para la ciudad.
La elección de Collboni es consecuencia de la convergencia de varios factores
Las próximas elecciones del 23J, que condicionan todo, que Sánchez necesitara exhibir una gran ciudad tras la derrota que le ha expulsado de la mayor parte de las capitales españolas, de hecho con mayoría absoluta sólo gobierna en Soria. Y como fuerza más votada sólo en Lleida, Tarragona y Palencia. Esto ya lo dice todo.
Por otra parte, Feijoó necesitaba demostrar que tenía visión de estado y que anteponía a cualquier otro interés cerrar el paso al independentismo, aunque el independentista fuera una persona tan ponderada como Trias. Los medios de comunicación de la capital difícilmente le habrían perdonado otra actitud. El acuerdo con Maragall facilitó aún más esta composición de lugar. Por otra parte, el PSOE cerraba el pase a Bildu en el País Vasco con la ayuda del PP, pese a la luna de miel que mantuvieron con Sánchez en la actual legislatura.
La elección de Collboni no dependía de los Comunes, sino de los populares porque la aquiescencia final de este partido estaba cantada. Colau tenía la conformidad de los suyos para jugar su carta personal hasta un minuto antes del final, pero si no funcionaba llegado ese instante, el voto debía ser para Collboni por dos razones fundamentales. La primera y decisiva, él les garantiza que todos continuarán en su puesto de trabajo, no los concejales con responsabilidades de gobierno, pero sí todos los altos, medios y pequeños cargos, y esto son cientos y cientos de personas y millones de euros en nómina. Ya se sabe que con las cosas de la comida no se juega. Por tanto, los sottogoverno en parte seguirá siendo de Colau. Por esta razón con cierta ironía, pero sin faltar a la verdad, el periodista de La Vanguardia Enric Sierra, escribía con un punto de provocación: “Colau alcaldesa en la sombra”. Ella no, pero los Comunes y en parte sí.
Todo esto pone en cuestión cuáles serán las políticas de Collboni con las grandes banderas de los Comunes. El tranvía, las supermanzanas, los accesos viarios a Barcelona, los carriles bici concebidos en muchos casos como barrera disuasoria de los coches, el urbanismo táctico…, son muchas las cuestiones que habrá que concretar.
En cualquier caso, algunos hechos quedan claros.
- La transformación del catalanismo político en independentismo ha debilitado mucho la fuerza política de Cataluña; ahora la alcaldía de Barcelona vuelve a decidirse en Madrid.
- El independentismo del proceso no permite desarrollar todo el potencial político de la posconvergencia. Sin ese legado Trias habría obtenido una victoria más indiscutible y el PP habría tenido más difícil no aplicar la abstención. En su formulación actual, JxCat es una pérdida de tiempo político porque no tiene capacidad de capitalizar nada más allá de las discusiones. Pero éstas no aseguran el poder político.
- Buena parte de las autodenominadas élites catalanas esperan que, pasadas las elecciones del 23 de Julio con la marcha de Trias, se pueda producir la sociovergencia que daría al gobierno municipal mayoría absoluta. ¿Cómo liga este hecho con el sottogoverno de los Comunes, sus políticas y la alianza de socialistas con Sumar? Éste es un gran interrogante.
Con todo ello lo que ahora es importante es que con este juego de cartas y cambios de cromos sean los intereses concretos y reales de la gente que vive y trabaja en Barcelona los que acaben imponiéndose. Y es esto por lo que hay que velar.