Y ahora el desastre se hace público en la enseñanza. Estamos muy lejos de la media europea y lo que es peor, estamos a la cola de España en comprensión lectora, que es la clave de todo el proceso educativo. Si los alumnos no entienden o lo hacen con dificultad lo que leen, no aprenderán nada. Y ésta es la situación catalana.
Por si hoy sirve de consuelo, que suponemos que no, solo Ceuta y Melilla en toda España están peor que Catalunya. El sistema catalán escolar se ha convertido en una risa, y peor aún, da argumentos –falsos- que el problema es el catalán como lengua vehicular cuando este hecho, que lleva más de 25 años, siempre había traído en el pasado mejores resultados que la media española.
Sólo un 27% de los alumnos se encuentran en los dos mejores niveles, mientras que el 30% presenta niveles bajos o muy bajos. El país de la escuela moderna, de la escuela experimental del Bosc, de Rosa Sensat, de Prudenci Bertrana, de la escuela normal y el patronato escolar cuando la mancomunidad, cuya pedagogía floreció en condiciones tan adversas como la de los años 50 y 60 con Talitha, Costa Llobera, Thau, Toni Vila, con pedagogos tan señalados como Marta Mata o Joan Triadú, es ahora el sitio que presenta peores resultados educativos. Rompe así una constante del catalanismo, su indisoluble unión ha proporcionado una enseñanza de calidad. Lo han conseguido quienes han gobernado hasta ahora, no es flor de un día, si bien ahora tiene que asumirlo en solitario ERC, que una vez más y en poco tiempo se cubre, no precisamente de gloria, tras la irresponsable imprevisión para afrontar la sequía.
Cataluña se deshilacha y el conjunto de hilos verticales que dota de estructura a un tejido, baila. Lo que mantenía en tensión positiva al país se desgaja. Hay que tomarlo muy en serio porque lo que ocurre con la enseñanza es algo más que se añade al conjunto de datos alarmantes sobre este deshielo que acabará por hacernos retroceder de una forma extraordinaria como país.
Nos hemos pensado falsamente que éramos los mejores sin necesidad de hacer nada especial para conseguirlo, y por supuesto esto se paga. Las generaciones precedentes, incluidas las que realizaron la transición y más atrás relanzaron el país cultural y políticamente en pleno franquismo, están agotadas o desaparecidas por razones de edad. Y lo que ha venido después es simplemente un desastre. Nuestros liderazgos políticos son una broma de mal gusto. Los liderazgos empresariales y económicos una parodia. ¿Dónde están los Figueres de nuestra época, toda esa gente que además de hacer empresa eran capaces de tener por ambición o por servicio, un impulso político, un proyecto de país? Político, que no quiere decir mucho menos de etiqueta de partido, porque la partitocracia se lo ha comido todo.
Y continúan los deshilachados. La incertidumbre sobre quién será alcalde de Barcelona es total y Collboni capaz de desempeñar todos los papeles del auca todavía se postula como alcalde manteniendo la alianza con Colau. Nos gobierna un partido de pequeña minoría parlamentaria y que demuestra que no sabe actuar sobre la realidad de las cosas. Y ahora por si fuera poco y para disimular su estrepitosa derrota, 300.000 votos perdidos en Catalunya (el PSOE ha perdido 400.000 en toda España), resucita una especie de esparraque de frente de izquierdas catalán rememorando con la boca pequeña ese gran error histórico que nos llevó al 6 de octubre de 1934 .
Tras el fracaso de los grandes “acuerdos con Sánchez” de la mesa de diálogo, de la incapacidad para conseguir el traspaso de Cercanías, de revisar el sistema de financiación que el próximo año, hará una década que debía ser revistado, después de todo esto ahora quieren levantar la bandera de manos a la obra todos, que viene el lobo. La historia de siempre. La cuestión es tener disculpas para tapar el mal gobierno.
Pero, lo más divertido de todo es que antes de que Aragonès formulara este llamamiento se le anticipó el secretario general de JxCat, Jordi Turull, proponiendo «una alianza de todos para poner en la agenda catalana y el conflicto político en el centro». O sea, que según los dos partidos que nos llevaron al derrumbe del procés, ahora la respuesta es que se unifiquen en una alianza electoral a la que se añaden la CUP, por un lado, y el PDeCAT, por otro. Y después querrán que nos los tomemos en serio. Sería muy interesante ver la candidatura de Jaume Giró encabezando una lista con gente de la CUP más izquierdas. Está claro que cosas más verdes se han dado en la viña del señor.