La campaña electoral en Barcelona, que oficialmente acaba de empezar, pero lleva tiempo funcionando, muestra de momento una cara muy descabellada.
Un informe interno del propio Ayuntamiento confirma lo que los ciudadanos vamos experimentando sin estadísticas: que el eje verde de Consell de Cent y los ejes verticales que lo cruzan de Comte Borrell, Rocafort y Girona, lo que hacen es colapsar las calles del entorno como València, Diputació, Balmes, Pau Claris y Aribau. Y a este hecho hay que añadirle el nuevo colapso a causa de los carriles bici de Via Augusta.
Colau debe estar muy segura de sus electores para jugar esta carta de forma tan decidida: la de hacer imposible la vida de quien va en coche. Quizás confía en que el 70% de los vehículos que circulan, sobre todo por el Eixample, provienen de fuera de la ciudad y que los barceloneses hacen uso del coche sólo en un 20% de los desplazamientos.
Pero, sin embargo, es evidente que dificultar la entrada en Barcelona significa perjudicar la actividad económica de la ciudad.
Como confirma cualquier paseo mínimamente atento, permitirá observar la cantidad creciente de tiendas vacías, que están cerradas o se alquilan. Demostración palpable de que una faceta muy importante de la economía de la ciudad no funciona. Si a pesar de estos hechos y otros Colau obtiene un buen resultado en las elecciones, significa que existe un sector de población de Barcelona, que las elecciones medirán, que está de acuerdo consciente o inconscientemente en que la ciudad practique la autodestrucción.
La propuesta de Margall
Por si fuera poco, por si no tuviéramos suficientes ejes verdes con la supermanzana de Colau, que recordémoslo afectaría a 1 de cada 3 carriles del Eixample, viene Maragall y propone convertir Gran Vía y Aragón en «corredores verdes» reduciendo el número de carriles para circular de los que disponemos en la actualidad. Es difícil entender cómo una persona con tantos años a sus espaldas, que ha pasado toda su vida profesional en el Ayuntamiento es capaz de añadir este nuevo disparate a los ya existentes. Pero sus asesores le habrán dicho que es una forma de superar la perspectiva de derrota segura que de momento le vaticinan las encuestas.
Los Okupas
Ésta será una campaña electoral que empezará con el signo de los okupas porque el tema se ha apoderado del centro de la vila de Barcelona. Es la consecuencia de la gestión municipal de comunes y socialistas y su espíritu okupafriendly.
Ahora el problema más grave está en un lugar tan emblemático como es la plaza Bonanova, donde los okupas no sólo han hecho sus dos bloques de viviendas, sino que se dedican a intimidar a su entorno con una agresividad sobre los vecinos que no tiene ningun tipo de respuesta ni en la Guardia Urbana ni en los Mossos d’Esquadra.
Es penoso que al final los ciudadanos vean que la única forma de responder es actuar por su cuenta generando así un clima de violencia que tiene su origen en los okupas y su continuidad en la incapacidad del conseller de Gobernación, Sr. Elena, y del gobierno municipal, de restablecer el orden y poner fin a una okupación tan virulenta contra los vecinos.
Pero, ¿qué cabe esperar de un gobierno municipal al que los propios okupas, en este caso de la antigua escuela Massana, se toman el lujo de amenazarles con numerosas pintadas en la calle «comunes, o concesión o boicot?» Más claro el agua. O les regalan la escuela Massana para continuar la okupación o les boicotearán la campaña electoral. Adivinen qué hará Ada Colau.
Collboni
Y por si todo esto no fuera suficiente va Collboni y afirma que en un futuro, el área de movilidad del ayuntamiento, no estará supeditada a la de urbanismo porque así sólo se crean problemas, como ha ocurrido; mientras urbanismo era gestionando por Janet Sanz de los comunes, movilidad lo era por Laia Bonet, pero desde la supeditación jerárquica. La pregunta obligada es ¿por qué Collboni ha tardado tanto tiempo en darse cuenta de este hecho y por qué sólo lo denuncia pocos días antes de las elecciones?
Ana Grau
Está claro que para alegrar la campaña, la candidata de Ciutadans en Barcelona ha decidido despelotarse para su cartel electoral rememorando así la iniciativa del inicio de la vida política de Albert Rivera, cuando se presentó en estas mismas condiciones adánicas en un cartel de Cs del 2006.
De momento, sin embargo, mientras Ribera aparecía entero, lo que se ve en el cartel de Ana Grau es sólo y púdicamente el rostro y la parte superior del cuerpo. A menos que cuando empiece la campaña la imitación de Rivera se convierta en más completa.
Son recursos de última hora de aquellos a quienes las encuestas les señalan un pésimo resultado.
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