Pese al resultado de las elecciones hay que tener en cuenta un conjunto de factores que son determinantes, tanto para el reparto del poder autonómico y local, como sobre todo para la previsión que pueda determinar los resultados electorales a las siguientes elecciones generales, que serán antes de terminar al año. Son factores que definen las posibilidades de que siga gobernando Sánchez o que alcance el poder el PP.
El primero de estos factores es el recuento de votos en las municipales. Definirá en bruto quién es el primer y segundo partido, si bien con el sesgo nada menor de los factores locales, determinantes siempre en las elecciones municipales, y sobre todo en los municipios más pequeños.
El segundo factor es el registro de las pérdidas de poder a nivel autonómico y de las grandes capitales. Y aquí juega mucho el papel que tenga UP y la multitud de partidos locales que en un futuro se alinearán a la nueva plataforma de Yolanda Díaz, Sumar. Los resultados en Barcelona son ambivalentes. La derrota de Colau y su alejamiento de la alcaldía significaría una derrota importante para las aspiraciones de Díaz, pero desde el punto de vista del bloque de gobierno quedarían sobradamente recompensadas si el nuevo alcalde es Collboni.
Esta ambigüedad no se da en dos plazas decisivas, Valencia y Sevilla porque se trata de, si continúa el alcalde actual o es sustituido por la alternativa del PP. Todo ello dando por sentado que ni en Madrid ni en Murcia peligra la doble corona de la capital y la autonomía en manos del PP. No se puede ignorar lo que pase en Galicia que es feudo histórico de los populares y el lugar donde ha hurgado a su nuevo Núñez-Feijóo, pero aquí vuelve a jugar la ambivalencia porque un mal resultado del PP tanto se le puede atribuir al líder popular cómo argumentar todo lo contrario; es decir, que ha sido su ausencia la que le ha hecho perder boca abajo a la derecha española.
Parece descontada la derrota socialista en La Rioja, que si sólo se quedara ahí tendría una escasa significación política. Y hay que ver realmente qué acaba ocurriendo con Aragón que presenta un panorama político complejo, dada su fragmentación. También en Baleares, donde la presencia o ausencia del PI puede impulsar a la candidata del PP a la presidencia.
Un tercer factor clave es que tal y como están planteadas las municipales y autonómicas a escala general significará un examen para la política de Sánchez. Primero porque el presidente se ha implicado con una gran intensidad en las elecciones, y segundo porque ha hecho de su política al gobierno una carta fundamental de esta cruzada, al igual que los populares lo han planteado en términos de derogar el «sanchismo». Unos y otros juegan a elevar el listón y situar unas elecciones locales y autonómicas en clave política, aunque algunos presidentes regionales socialistas como el de Castilla la Mancha no vea esta dinámica con buenos ojos. Si el PSOE no obtiene un buen resultado, es evidente que los argumentos de la bondad del gobierno habrán fracasado y viceversa.
Un cuarto aspecto es el valor de todo lo que ha hecho y está haciendo el gobierno español. Habitualmente, un factor que hace perder o ganar elecciones es la situación del paro y de la afiliación a la Seguridad Social. Si ésta fuera la norma, el PSOE tendría ganada la partida porque los datos estadísticamente son buenos. Si a esto se le añade el riego continuo de ayudas, subvenciones (la última la de prácticamente regalar los viajes en tren este verano a los jóvenes menores de 30 años para que visiten España), o las promesas de última hora sobre vivienda y tantas otros que se van produciendo y en lo que cada mitin de Sánchez es el anuncio de una futura medida que tomará el gobierno.
Si a esto se le añade la revalorización de las pensiones, el aumento reiterado del salario mínimo, la reducción de los contratos eventuales y la sustitución generalizada por la figura del fijo discontinuo, más las subvenciones al consumo, debería resultar de todo ello una oferta electoral claramente ganadora, entre otras cosas porque nunca un gobierno de España ha dispuesto de tanto dinero como el de Sánchez, tanto por la vía de los fondos europeos como la inflación que beneficia a la recaudación fiscal.
Pero las encuestas no dicen esto, sino que dejan el balón en el tejado con resultados más o menos ajustados en lo que se refiere a las principales plazas con diferencias pequeñas entre unos y otros, al tiempo que señalan reiteradamente la derrota de Sánchez en unas generales. Por tanto, aquí hay un gran enigma porque a pesar de todo lo que pone sobre la mesa el presidente del gobierno la balanza no se decanta a su favor.
Por último, la campaña del PP, que de momento no se basa tanto en preocupaciones vitales de la gente, como la ya apuntada afirmación general de derogar el “sanchismo”, pero sin mayores precisiones de las que siempre huye Feijóo. También introduce otras cuestiones que son de las que no tienen que ver con el plato en la mesa como el de la malversación. Técnicamente, esta campaña es mucho más débil que la del PSOE y, por tanto, debería tener un coste para el PP, pero esta tendencia no se vislumbra y al final puede resultar que quizás sí que el arma más poderosa contra Sánchez acabe siendo él mismo.