Estrategia electoral: la audacia de Sánchez y el peligro para el PSOE

El PSOE es un partido más que centenario cuya virtud es refundarse con cada nuevo liderazgo, que puede ser de continuidad o rompedor con los precedentes. Sánchez ha optado por la ruptura total con el pasado del PSOE de la transición, y más bien ha dado un salto en el pasado hacia la visión de frente popular que tenía Largo Caballero. De modo que se ve más como presidente de este bloque que como secretario general del tradicional partido socialista.

Sánchez tiene cuesta abajo que la potencial coalición entre el PP y Vox puede superar su bloque a consecuencia de la desaparición de Cs y el traspaso de sus votos a los populares. Este hecho y la gran impermeabilidad entre electores de ambos bloques hace que la estrategia electoral del actual presidente del gobierno pase por dos puntos. Uno, evitar que ningún voto del PSOE pueda romper la barrera y pasarse al primero y eso pide una política muy agresiva y continuada de descrédito de su cabeza de lista, que se esfuerza por presentar un perfil que pueda atraer a ese sector de votantes. El otro objetivo decisivo es que el partido a su izquierda gane la tercera posición, superando a Vox y de ahí la operación Sumar con Díaz en la cabeza.

¿Por qué es tan importante ese cambio? Pues porque impediría la actual mayoría del PP debido a la sustancial pérdida de escaños de Vox, a consecuencia de la norma de Hondt que regula la distribución de escaños y del importante número de circunscripciones pequeñas que existen en España. Del total de 52 circunscripciones electorales, Ceuta y Melilla eligen 1 diputado y Soria 2. Aquí es indiscutible que sólo se beneficia la primera fuerza y ​​en el caso de Soria, la segunda.

Pero después hay otras 25 circunscripciones que eligen entre 3 y 5 diputados, y aquí es donde entra en juego la importancia de quedar tercero, es decir, por detrás del PP y el PSOE. En las últimas elecciones Vox obtuvo 17 escaños sin contar a Ceuta y Melilla, mientras que UP logró 6. Esta diferencia es la que cambiaría radicalmente si Sumar hiciera el sorpasso a Vox, además de otras ventajas en circunscripciones mayores. Pero en este ámbito de poblaciones (Ávila, Cuenca, Guadalajara, Palencia, Segovia, Zamora, Albacete, Burgos, Cáceres, León, La Rioja, Salamanca Ciudad Real, Huelva y Jaén) es donde se podría dar la vuelta al resultado electoral si Vox perdiera su escaño y lo acabara ganando Sumar o los socialistas.

Está claro que esta estrategia tiene dos riesgos muy importantes. El primero es que la nueva alternativa de Díaz no tenga  grueso electoral y no pueda sobrepasar a Vox. Entonces, Sánchez habría hecho el negocio del chico de las cabras, porque una parte del electorado de Díaz le resta al propio PSOE, no impediría que el PP gobernase y su partido habría quedado tocado. Pero existe un segundo riesgo, que es que Sumar vaya tan bien que, como señalan algunas previsiones, quede a poca distancia de los socialistas, a 15 o 18 escaños de separación, por ejemplo. Aquí Sánchez obtendría lo que busca, pero el gran perjudicado de cara al futuro sería el PSOE porque es evidente que un aliado que ya no es el hermano pequeño, sino que exhibe tanto hombro electoral como tú, tendrá toda la tentación de querer pasar por delante.

Claro que después de un nuevo mandato, a Sánchez esa circunstancia le interesa poco porque a lo que aspira entonces es a un gran cargo en la Comisión Europea o en la OTAN.

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