El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) dispone de un planteamiento, el Plan General Metropolitano (PGM) de 1976. Ahora el AMB ha aprobado el Plan Director Urbanístico Metropolitano (PDUM) que define las características urbanísticas del ámbito metropolitano de Barcelona, que integra la capital y 35 municipios de su entorno. Está en fase de información pública y, por tanto, puede recibir alegaciones hasta final de año.
De lo que hasta ahora se conoce es fácilmente deducible que las grandes modificaciones que opera en el Eixample de Barcelona y en otras calles principales, Ada Colau, no son compatibles con lo que el Plan nos muestra, al menos gráficamente. También constata un hecho: la negativa del fiscal de urbanismo de Barcelona a considerar las modificaciones como un hecho que requería la tramitación relacionada con el Plan Metropolitano vigente de 1976, carecen de fundamentos porque el nuevo planteamiento insiste en la función metropolitana del Eixample de Barcelona.
Una contradicción más es que Colau es también la presidenta del AMB, aunque es evidente que su liderazgo en ese territorio es nulo. Pero que Barcelona esté ejecutando un conjunto de acciones que no se avienen con lo que está planificando en el AMB es una manifestación grande de desbarajuste que debería preocupar e interesar también a la Generalitat. Porque este territorio es demasiado importante económica y demográficamente, reúne a 3,5 millones de habitantes, de los que 1,6 millones viven en Barcelona, como para que el gobierno catalán pueda desentenderse, como está haciendo. De hecho, toda la política territorial del gobierno de la Generalitat no tiene sentido al margen de la AMB; más aún, lo que se determine en ésta, condicionará de forma decisiva todo el conjunto territorial catalán.
El nuevo Plan Director incorpora unos elementos básicos estructurantes. Son: los ejes verdes, las avenidas metropolitanas, las calles metropolitanas, como más relevantes.
Bajo este planteamiento la Diagonal, por donde quieren hacer pasar un tranvía, la Gran Via, el Paral·lel, carretera de Sants y la avenida Meridiana y su proyección hasta llegar al parque de la Ciutadella son avenidas metropolitanas, además de la ronda de Dalt, la del Besòs y la del Litoral. Bajo este planteamiento, la Diagonal y la Gran Via incorporan también una dimensión de ejes verdes.
Parece difícil entender que en este planteamiento, el tranvía, tal y como está concebido, tenga lugar, dado que en una proyección a más de 25 años vista es evidente que el sistema de transporte público habrá evolucionado de una manera extraordinaria y fijar una estructura pesada, costosa e inamovible en lugar de un buen sistema de autobuses eléctricos constituiría una rémora importante.
También parece difícil compaginar el actual tratamiento de la Meridiana con su condición de avenida metropolitana, a menos que se aplique un gran voluntarismo en la interpretación de los medios que deben permitir la movilidad.
Sin embargo, sin duda lo más interesante de todo es que en la estructura del Eixample no aparece para nada la ordenación en ejes verdes de las supermanzanas que ha dibujado Colau. Es más, 3 calles del Eixample en sentido Llobregat-Besòs y 7 mar-montaña son consideradas calles metropolitanas. Por otra parte, la Via Laietana, que en el actual proyecto en curso quedará estrangulada, está calificada como calle metropolitana. En sentido contrario, el proyecto por la Rambla que lentamente se ha iniciado, sí que está contemplado en el Plan Director como un eje verde al igual que ocurre con el paseo de Sant Joan.
El Plan Director prevé de aquí al 2050 una sustancial reducción del uso del vehículo privado, en un 50% (y aquí es necesaria una nota al margen que profundizaremos más adelante: estas visiones sobre la reducción del coche no hacen otra cosa que certificar los planes de Seat de desmantelar esta empresa y dejarla reducida a la fabricación de los modelos Cupra).
También considera que un 50% de la movilidad se realizará a pie o en bicicleta y un 30% en transporte público. Sin mayores datos y explicaciones son cifras difíciles de entender dada la actual movilidad de la AMB y la importancia de los desplazamientos residencia-trabajo. No hay más que recordar que el 70% del tráfico del Eixample se origina fuera de Barcelona y que cada día salen de la ciudad a trabajar alrededor de un 30% de los desplazamientos que generan de salida.
En cualquier caso, cualquier planeamiento debe tener presente que toda primera fase debe venir definida por la reordenación de la red de transporte porque sólo de este modo se pueden introducir cambios importantes en la vialidad.
Es precisamente lo que no hace Ada Colau, que ha empezado por transformar las calles sin prestar atención al transporte público que debería servir al nuevo diseño. Es uno de los problemas más graves del planteamiento de Colau. En todo caso, lo que sí parece evidente es que lo que hace en Barcelona poco tiene que ver con el Plan General Metropolitano que se quiere llevar a cabo y que si se acaba haciendo realidad condicionará de una manera muy grave todo el planeamiento del área metropolitana.
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