Existen 4 grandes cuestiones problemáticas que se añaden a las dificultades económicas existentes. Su particularidad es que son problemas que nacen en el ámbito de las instituciones y en este sentido ponen de relieve importantes defectos en la gobernanza.
- No disponemos de datos fidedignos sobre el paro. Este hecho enmascara la realidad y desdibuja las previsiones. Por un lado, las altas en la Seguridad Social no expresan realmente que aquellas personas estén trabajando. Este hecho se debe a la nueva figura del fijo discontinuo. Son personas que, salvo en períodos temporales muy concretos, el ejemplo paradigmático es el turismo, figuran como ocupados, están dados de alta en la Seguridad Social, pero en realidad no trabajan y cobran del paro; en términos reales, la mayor parte del año están parados. El segundo dato que no funciona es el de las personas ocupadas porque sencillamente lo que se está produciendo es una reducción del número de horas de trabajo. La empresa mantiene al trabajador, pero reduce su carga de trabajo y su salario. Por tanto, para tener una idea exacta de la evolución del empleo hay que ir a buscar las horas efectivamente trabajadas. El gobierno prefiere dar la versión más optimista que falsea la realidad, se ha estado transmitiendo a la población, a los empresarios y a los mismos trabajadores una imagen mucho mejor de la que en realidad es. Y si la perspectiva está distorsionada, es evidente que la economía funciona peor.
- La pérdida acentuada de productividad. Como en el caso del paro, éste es un mal endémico de España que ahora en los últimos años se ha acentuado. El último estudio centrado en la pequeña y mediana empresa llevado a cabo por la organización empresarial Cepyme, que agrupa a este perfil de empresas españolas, señala que en los últimos 4 años la productividad ha caído un 7,5% y el diferencial con la UE ha crecido de forma alarmante. Es necesario subrayar que este período corresponde básicamente al del gobierno de Sánchez. Y es que una parte importante de la merma de la productividad, según los empresarios, se debe al aumento de los costes generados por el crecimiento de la presión fiscal y las cotizaciones fiscales y las cargas burocráticas que se han ido aumentando y endureciendo. Esta baja productividad señala claramente problemas en el futuro crecimiento de la renta per cápita.
- La opacidad y mal funcionamiento de los fondos europeos. Ahora es ya una evidencia de que el temor inicial se ha confirmado y la gestión de la administración de estos recursos monetarios tan importantes es deficiente y dificulta que puedan cumplir con su misión de transformar la economía. Por un lado, la opacidad es doble debido, en un ámbito, a la insuficiencia del control. De hecho, el programa que debe permitir el volcado de todos los datos, también los autonómicos y municipales, todavía no funciona y es lo que ha dado pie a un importante toque de atención por parte de la Comisión Europea. Sin embargo, hay otra razón que está en su origen. Se trata de la voluntad política de no informar ni gestionar los fondos con transparencia. La falta de una comisión en el Congreso que sirviera de control habría sido un estímulo para un mejor funcionamiento, así como también habría garantizado una medida superior si la gestión de los fondos hubiera ido a cargo, como han hecho otros países como es el caso de Italia, de una instancia independiente de los departamentos ministeriales. Además, en el futuro pueden producirse sorpresas en el sentido de que determinados pagos anticipados por algunas comunidades autónomas no puedan ser compensados por los fondos, sencillamente porque su tramitación ha sido deficiente. Hay datos fehacientes que muestran, por ejemplo, un importante desbarajuste en la gestión que está haciendo la Generalitat.
- El lío que ha construido Sánchez, con la ayuda de su ministra de Hacienda, en torno a los presupuestos traerá cola, será una losa para la recuperación y puede afectar de manera importante a las expectativas del 2024, cuando las cosas deberían ir bien. Los presupuestos han previsto un incremento del PIB del 2,1%. Todas las proyecciones que han salido a posteriori de ámbitos públicos, como el Banco de España o el FMI, o privados, como Fedeao Golmansachs, dan cifras mucho menores, que oscilan entre el 1,2% del Banco de España y el 0,4 por ciento del importante banco de inversiones. Naturalmente con estas diferencias tan extraordinarias los ingresos se verán mermados y no conseguirán cubrir los gastos ni de lejos, con lo cual el déficit crecerá. Concretamente, en su comparecencia en el Congreso, la máxima responsable de la AIReF afirmó que el 50% del alza de ingresos de este año y el 75% de 2023 salen de la inflación, es decir, son ingresos que no tendrán ninguna continuidad en el futuro en la medida en que la inflación recupere la normalidad. Y, por tanto, es un riesgo grande apuntalar gasto recurrente sobre estos ingresos. De hecho, en otras palabras, la comparecencia del presidente del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ya señaló como un defecto importante de los presupuestos que se utilizaran ingresos extraordinarios para generar gasto recurrente que se multiplicará en los años por venir. Según el AIReF a partir de 2023 el agujero de las cuentas públicas será de unos 40.000 millones de ingresos y se situará entre el 3% y el 4%. Lo que debería alarmar de este hecho es que el agujero se habrá producido en un periodo de ingresos extraordinarios provocados sobre todo por la inflación. También en la previsión presupuestaria hay una sobrevaloración clara de la inversión y las exportaciones. Es, por tanto, un presupuestos profundamente desequilibrado que, como tal, en lugar de ayudar crearás más problemas a la economía real.
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