Ya nos referimos en Converses, pero hay que insistir, por el alud de pretendidas informaciones y opiniones que intentan enmascarar el hecho. Recordemos la frase entera, porque en la información anterior de Converses todavía nos faltaba añadir un detalle. Lo que dijo en la comisión de Igualdad fue esto: “La educación sexual es un derecho de los niños y de las niñas (aquí en esta primera parte de la frase no había niñes) independientemente de quienes sean sus familias. Porque todos los niños, niñas, niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren y que eso es una forma de violencia. Tiene derecho a conocer que puede amar tener relaciones sexuales con quienes les de la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento y esto son derechos que tiene reconocidos» .
De esa intervención, que la vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz defendía en una entrevista en La Vanguardia, en estos términos: “Hay que ser muy mala persona para sacar de contexto las palabras de la ministra Montero sobre la educación sexual integral de nuestros hijos y hijas. Es un derecho de los niños y niña. Las palabras de Irene Montero son las del gobierno y la mayoría del país. Las reacciones de extrema derecha para tapar sus miserias se califican por sí mismas y no pueden tolerarse” .
Bien, aquí tenemos representado con claridad la mentalidad de la gente que nos gobierna. Por un lado, con su intervención la ministra hace las siguientes cosas. En primer lugar, considera que la educación sexual, se supone que está en manos del estado, nada tiene que ver con lo que piensen y consideren sus familias. Con esta afirmación contraria al derecho constitucional, que es el que tienen los padres en la educación moral y religiosa de sus hijos y la sexualidad forma parte de este enfoque moral, y más hoy en día. No es ninguna novedad este punto, ya lo planteó en su día la desaparecida ministra de Enseñanza Celaá, y el gobierno en multitud de leyes va erosionando lo que es la patria potestad. Pero todos estos intentos no cambian lo fundamental que es que son los padres quienes tienen esta responsabilidad. Estamos ante un gobierno que confunde al padre y la madre con una especie de proveedores materiales de los hijos y los excluye de cualquier otra consideración y derecho, como se ha visto en el caso del aborto sin conocimiento paterno.
La segunda afirmación es que los adultos pueden tocar el cuerpo del niño si éste lo acepta. Se sobreentiende que éste es un tocar no funcional, sino de carácter amoroso o libidinoso, como se desee. Porque es evidente que los maestros de la escuela se hartan de tocar a los niños, estirarlos de la mano, empujarlos por razones puramente operativas. No es esto a lo que se refiere la ministra en el contexto de la educación sexual. Bien, hay que decir que esto no es cierto. El consentimiento del niño no tiene valor alguno en este orden de relaciones. Tanto es así, y ésta es la tercera cuestión, cuando dice tener el derecho a tener relaciones sexuales con quien le dé la gana, también con un adulto, si da su consentimiento. En este caso hay flagrante vulneración de lo que establece la ley que prohíbe las relaciones de menores, no digamos ya de niños, haya o no consentimiento.
Cierto, como dicen algunos defensores de la Montero, que lo que afirma no tiene nada de pederastia. No, no es pederastia. Claro que no, es pedofilia, que es otra cosa y que está penado por la ley.
Montero se inscribe en una larga trayectoria de colectivos que, en sus orígenes salieron del movimiento gay de EE.UU., que defienden que no puede haber una edad mínima para mantener relaciones sexuales y que este hecho es una discriminación. Recordemos lo que ya hemos dicho de la North American Man/Boy Love Association (NAMBLA) , una organización creada en 1978, que sigue funcionando y que defiende precisamente esta opción. Estuvo estrechamente vinculada al movimiento gay y a su organización internacional el ILGA hasta que en 1993, cuando llevaba 10 años perteneciendo a ésta, fue excluida por presiones de Naciones Unidas.
El origen estaba en un proyecto de ley del senado de EEUU en el que el senador republicano, Jesse Helms, quería suprimir 119 millones de dólares de ayudas de Naciones Unidas mientras hubiera ese tipo de relación con la organización pedófila. Tras esta separación NAMBLA quedó muy diferenciada de la mayoría de movimientos homosexuales, pero siguió caminando y la sospecha sobre las actividades de este grupo la han llevado a su marginación, a diferencia del peso que tuvieron en las últimas décadas del siglo pasado.
En Europa, con menor importancia, también existe un conjunto de asociaciones más o menos encubiertas del movimiento pedófilo, que trabajan sobre todo en la línea en la que lo hicieron el movimiento homosexual y después el transexual. El primer paso que alcanzaron, al igual que en los precedentes mencionados, es que, como siempre suele ocurrir, la Organización Mundial de la Salud, y sobre todo la influyente American Psychiatric Association, excluyeron a la pedofilia como enfermedad mental. A partir de ahí los esfuerzos de estas organizaciones, sus estrategias se sitúan sobre todo en promover la idea de que los niños pueden consentir el sexo con los adultos y en cuestionar el daño que esto puede causar.
Esta estrategia también incorpora la introducción de una terminología que tenga un valor neutral en el posicionamiento del tema a ojos de la gente (como abuso), y la redefinición de este mismo concepto, fenómeno que evidentemente todavía no ha llegado al Código Penal español, pero que la intervención de Montero abre la puerta a hacerlo. Y la actitud de la vicepresidenta Yolanda Díaz lo avala. No estamos, por tanto, ante un hecho inocuo, una frase más, sino que es el preludio de que ocurrió primero con la homosexualidad, hasta consolidar el matrimonio y la adopción homosexual, después con la transexualidad hasta alcanzar la legalización de que basta con la afirmación subjetiva para acreditar el cambio de sexo, sin necesidad de ninguna verificación y actuación médica, y ahora estaríamos a las puertas de un tercer paso, el de considerar que el niño puede consentir libremente mantener relaciones sexuales con un adulto cuando quiera. El PP aún ignora la importancia de todo lo sucedido.