Todo empezó la mañana de ayer, el lunes 12, cuando el propio Jordi Pujol se dio cuenta de que no podía expresar con palabras lo que leía. Es un síntoma claro de afasia, que normalmente va ligado a accidentes vasculares que afectan a esta zona del cerebro. Pujol ingresó inicialmente en el Hospital de Barcelona y fue trasladado posteriormente al Hospital de Sant Pau, donde fue intervenido al atardecer de ayer para un tratamiento endovascular que liberara la arteria afectada del coágulo que limitaba el riego al cerebro. No era una intervención de riesgo extremo, pero sí de una gravedad considerable porque además se trata de una persona de 92 años.
Según el comunicado del propio Hospital de Sant Pau, la intervención fue un éxito y el resultado es que Pujol ha pasado una noche estable en la unidad de semicríticos, por tanto, ni siquiera ha sido necesario ingresar en la UVI. Según fuentes de los propios médicos, el presidente se ha recuperado en parte del accidente y presenta una buena sintomatología porque ha podido hablar, mantiene intactas sus condiciones de orientación y reconocimiento de las personas. Ahora, si no se producen complicaciones inesperadas, empezará ya el período de recuperación, que tiene como finalidad conseguir que el ictus cerebrovascular deje la menor impronta posible. Ésta puede afectar al habla, pero es pronto para señalar que esta incidencia negativa pueda ser importante. Por el momento la evolución solo puede calificarse de positiva.
Precisamente en estos últimos días, Jordi Pujol había tenido alguna presencia pública destacada. El jueves de la semana pasada acudió a la presentación del documental “Tarradellas: gobierno de unidad”, en el que él participa como uno de los testigos al haber sido miembro del gobierno. También con una fecha tan reciente como el sábado concedió una entrevista en Cataluña Radio.
La máxima preocupación de Pujol en estos últimos años, superada la crisis que se produjo en el 2014 al declarar que disponía dinero de una herencia de su padre ingresado en una cuenta en Andorra, que no había declarado, ha sido su legado. Cabe recordar que Pujol ha sido presidente de la Generalitat en un período tan extraordinariamente difícil como la transición y a lo largo de muchos años, desde 1980 hasta 2003, sin haber sido nunca derrotado en unas elecciones. Sin embargo, su trayectoria comienza mucho antes.
Cabe recordar que Pujol fue encarcelado por el régimen de Franco y cumplió prisión en Zaragoza por los llamados Sucesos del Palau, cuando se produjeron protestas expresadas también con el canto de la Senyera en el Palau de la Música, con motivo de la visita de Franco a Barcelona. Toda la vida de Pujol, desde su adolescencia, ha estado comprometida con la causa de Cataluña y desde la creación de Banca Catalana auspició todo un movimiento de regeneración cultural y político muy importante (por ejemplo, la iniciativa de la Enciclopedia Catalana) y también con la voluntad de dotar de una banca propia al tejido productivo catalán.
Siempre rehuyó el partidismo político hasta que a inicios de los años 80 decidió lanzar el primero que sería el Movimiento de Convergencia Democrática y que al poco tiempo se convirtió en partido. En la primera fase, la de reagrupar fuerzas, Pujol hizo converger, junto a sus seguidores del grupo de Acción al Servicio de Cataluña (GAS), la Unió Democràtica de Catalunya, grupos de trabajadores vinculados a la vicaría de la Pastoral Obrera que encabezaba Joan Carrera, que después sería obispo, y todo un sector de profesionales independientes que tenían como cabeza a Roca Junyent. Ésta fue la configuración inicial de Convergència y lo que marcó un antes y un después en la correlación de fuerzas políticas de Catalunya.
Su pasar a segunda fila de la política ha representado progresivamente, no sólo dañar su legado, que debería ser recuperado con todo lo positivo, sino la progresiva autodestrucción de aquel movimiento que Pujol constituyó en 1974 en Montserrat .