A nadie se le habría ocurrido que un día la empresa automovilística más capitalizada del mundo sería Tesla, una marca que el gran público desconocía totalmente hace tan sólo 10 años.
Pero aún más improbable habría parecido que ese intruso del mercado del automóvil tendría como competidor más cercano al grupo coreano Hyundai (principal accionista también de Kia) y considerado durante décadas como un constructor de segunda de productos asequibles.
Pero he aquí que en plena frenesí de los gobiernos y de la industria de la automoción por la electrificación, Tesla y Hyundai se sitúan cada vez más como líderes de este sector todavía en pañales.
A finales de agosto de 2022, Tesla aún reina en el mercado mundial y ocupa la primera posición de ventas de vehículos eléctricos a escala global, así como en los mercados estadounidense y europeo. Pero atención, porque Hyundai y Kia combinadas ocupan ya la segunda posición tanto a nivel mundial como en estas dos regiones clave para la electrificación.
Uno de cada cuatro coches eléctricos que se venden en el mundo es un Tesla
Uno de cada cuatro coches eléctricos que se venden en el mundo es un Tesla, mientras que Hyundai y Kia llenan el 14% de las ventas mundiales.
Tesla sigue contando con numerosas ventajas que le permiten mantenerse a una cómoda distancia de sus inesperados rivales coreanos.
De entrada, Tesla disfruta del misticismo que envuelve su marca, y que se asemeja a lo que en su día catapultó Apple y su iPhone. Además, dispone de una cadena de suministro y de unos medios de producción muy bien planificados, así como de una red de carga rápida propia y de un software que se mejora continuamente gracias a la ingente cantidad de información que llega a sus ingenieros proveniente de sus usuarios (una práctica por cierto contestada por algunos).
Al ser un fabricante “puro” de coches eléctricos, Tesla trabaja actualmente con márgenes operativos de entorno al 16%, casi tres veces más que el 6% con que debe conformarse Hyundai por el momento.
Pero Hyundai está recortando posiciones a una velocidad inesperada. La primera gran sorpresa que generó fue Ioniq 5, un crossover 100% eléctrico de un elegante y rompedor diseño y de unas prestaciones similares a las de un Tesla. Todo ello le ha valido el título de coche del año 2022 de los World Car Awards. También se ha convertido en el líder de ventas de los coches eléctricos de importación en Estados Unidos.
Más recientemente, la presentación de su hermano mayor Ioniq 6 anuncia una autonomía de unos 610 km teóricos, cifra que supera ligeramente la de la versión de largo alcance del Tesla Model 3.
Será muy interesante ver cómo Hyundai y Tesla evolucionan en los próximos años en un contexto geopolítico tenso y con dificultades de suministro de las materias primas esenciales para fabricar coches eléctricos.
Hay que decir que Hyundai parte con cierta ventaja en este punto, ya que goza de la proximidad de China, principal extractor de litio del mundo, así como de proveedores locales. Pero Tesla, consciente del desafío que suponen las baterías (hasta el 40% del coste total de un automóvil eléctrico) está apostando muy fuerte para proveerse directamente de ciertos minerales en los propios Estados Unidos.
Fuerte contraste con Europa
Sin duda, estamos ante dos empresas dirigidas por equipos extraordinariamente visionarios y competentes, y que además gozan del pleno apoyo de sus respectivos gobiernos. No en vano el presidente estadounidense Joe Biden excluyó recientemente a los vehículos fabricados fuera de Estados Unidos de las subvenciones por la compra de coches eléctricos. Una amarga sorpresa para Europa que, en cambio, subvenciona abundantemente a los Teslas fabricados en Estados Unidos.
Europa, la región donde las autoridades más están insistiendo en la electrificación del parque automovilístico, no tiene ningún fabricante que por ahora pueda competir con las marcas estadounidense y coreana
Por último, cabe subrayar que Europa, donde las autoridades más están insistiendo en la electrificación del parque automovilístico, no tiene ningún fabricante que por ahora pueda competir con las marcas estadounidense y surcoreana. Hecho paradójico que esconde una triste realidad: Europa quizá carezca de empresas con suficiente ambición, pero lo que le faltan sobre todo son políticas que permitan desarrollar un ecosistema productivo propicio a los vehículos eléctricos.
A diferencia de Estados Unidos y Extremo Oriente, Europa no dispone ni de fábricas de microprocesadores ni de baterías eléctricas. Y lo que es peor, no tiene ninguna palanca para influir en la producción de los productos químicos imprescindibles para estas últimas y que todavía proceden esencialmente de fuera del Viejo Continente.
Así pues, en la frenética carrera por el vehículo eléctrico encontramos, por un lado los todavía muy potentes Estados Unidos, y por otro, el increíble ascenso de los países de Extremo Oriente. ¿Y Europa? Ir tirando, ir tirando, como habría cantado La Trinca .