En el único gran espacio libre edificable de Barcelona, la Marina del Prat Vermell, en una primera operación se están edificando 1.800 viviendas a buen ritmo, con una previsión de 12.000 viviendas para 2036 que significarán unos 28.000 vecinos. El crecimiento, por tanto, será exponencial porque ahora en esta zona sólo viven 1.200 personas.
Es, pues, la oportunidad para que la ciudad, el gobierno municipal, ponga de relieve el nuevo urbanismo, aquel que dicen que quieren hacer con la supermanzana del Eixample. Pero la gran paradoja es que eso que se hace de nuevo y que podría convertirse en una o varias supermanzanas, se está sacando adelante de la manera más clásica posible, siguiendo la matriz rectangular del Eixample de pisos y calles. La pregunta es por qué se hace así cuando sería más fácil construir el nuevo modelo exnovo, y por qué se quiere alterar de forma tan radical y peligrosa la trama Cerdà. No tiene ningún sentido y muestra una vez más la inexistencia de un modelo de ciudad coherente.
Por si fuera poco, la gran zona verde prevista de 21.000 m², es decir, como dos manzanas del Eixample, presentará, de acuerdo con lo explicado, un acusado déficit de superficie arbolada. Una vez más convertir la ciudad en un ámbito verde, sobre todo gracias a poblarlo de muchos más árboles, se convertirá en una entelequia. Parece que las únicas plantaciones que interesan al gobierno municipal son aquellas que se realizan con aquellas horribles grandes macetas que se van situando en la ciudad.
Pero ésta no es la única contradicción en el urbanismo de Colau. Otro gran tema es el tramo de la Ronda de Sant Antoni, donde hace años permaneció la instalación provisional de este mercado, que hace 2 años desapareció. Pero este tramo del importante vial de las rondas que circunvala la ciudad, sigue dejado de la mano de Dios, cubierto por una horrible plataforma de hormigón, mientras el Ayuntamiento decide qué es lo que va a hacer.
He aquí otra muestra de que no existe un proyecto coherente que comprenda toda la ciudad, porque no estamos hablando de una calle marginal sino de una vía tan emblemática como la Ronda de Sant Antoni.
También permanecen una vez más paralizadas las obras de la plaza de la Gardunya, un lugar que debía ser emblemático junto a la Boqueria, que debía servir para esponjar y dar calidad urbana y de zona verde a un espacio tan denso como es el Raval. El proyecto de arreglo, que además comportaba unir la plaza derribando los muros de la antigua escuela Massana para conectarla con los Jardines Rubió y Lluch, un proyecto aprobado a finales de año por la comisión municipal, ahora vuelve a quedar detenido mientras que el espacio que se quería ensanchar se ha cedido a las entidades que le okuparon en el interludio de las indecisiones municipales.
Una vez más, indecisión, falta de proyecto e incapacidad para sacar adelante las obras. Y ese mismo y deficiente liderazgo de Ada Colau y su equipo que es incapaz de resolver cuestiones como la de la plaza de la Gardunya, se quiere atrever liquidando el Plan Cerdà y sustituyéndolo por un invento del que sólo se conocen dibujantes coloreados.
También el transporte público agrava estas incongruencias. Mientras se están haciendo unas obras monumentales en el extremo de Besòs de la Diagonal para adecuar el colector y hacer posible la prolongación del fatídico tranvía, se está aprobando con dinero de la UE en la línea H12 que atraviesa la Gran Via de punta a punta, un programa de ámbito europeo llamado BRT (autobús de tráfico rápido) en el que el sistema inteligente daría prioridad a la circulación del autobús. He aquí una solución auspiciada por la UE que dispone de una subvenciono de 1,2 millones de euros y que manifiesta cuál es el camino correcto para mejorar el transporte público, también por la Diagonal, y que nada tiene que ver con la construcción de una estructura pesada que colapsará la ciudad, costosa y que dependerá de la iniciativa privada, dado que el camino transcurre por la vía de los autobuses eléctricos de alta capacidad con prioridad para su circulación, guiados por sistemas inteligentes. Como se ve, en la Barcelona de Colau se puede hacer una cosa y la contraria y no ocurre absolutamente nada.
Y de la contradicción al fracaso. Después de casi dos mandatos, la bandera principal de Colau, que era la vivienda, tiene como resultado que el precio del alquiler en Barcelona ha sufrido el mayor incremento de toda España y ahora en julio ya registra una subida del 20%, en términos interanuales, de julio a julio, del 7%. Es imposible para mucha gente poder pagarse una mínima vivienda en Barcelona. La pregunta necesaria y que deberá figurar en el frontispicio de las elecciones municipales es si después de 8 años de Colau, la situación de la vivienda para los ciudadanos está mejor o ha empeorado sustancialmente.