Hoy, poco antes de que empiecen las vacaciones de agosto, se reunirá la mesa de diálogo sin la presencia del presidente de la Generalitat ni el del gobierno español. Esta reunión ha sido ya relatada por los “pelotas” de la comunicación como la apertura de una nueva etapa política, un paso importante para avanzar en contenidos concretos y eufemismos por el estilo.
La verdad es que teniendo en cuenta todo lo que han dicho unos y otros, el resultado no parece que sea para echar cohetes, sino para prolongar más un escenario fake que oculta una realidad, por otra parte, evidente: Que ERC y Sánchez se necesitan para mantenerse en el poder. Y ahora, más aún porque Aragonès necesitará los votos del PSC para aprobar los presupuestos del 2023 y exactamente lo mismo en relación con ERC por parte de Sánchez. Todo sería mucho más honesto si presentaran claramente estas razones, por otra parte, bien legítimas y no quisieran hacernos creer que esta mesa de diálogo sirve para revertir los problemas de Cataluña en relación con el gobierno español.
Se celebró una reunión reciente en la Generalitat entre la consejera Laura Vilagrà y el ministro Félix Bolaños y allí pactaron por escrito que existía un acuerdo para desjudicializar el conflicto sin detallar cómo se haría, y anunciar una nueva reunión, en este caso la de hoy, la de la mesa de diálogo. Esta nueva reunión dispondrá de un documento más largo en el que se afirmará que hay unas guías claras para avanzar en la desjudicialización. El problema es que no habrá ningún anuncio sobre en qué consistirá, de cuáles serán las reformas concretas, en definitiva aclarar de una vez por todas en qué consiste ese “desjudicializar”.
Eso sí, se anunciará una próxima reunión para pasado el verano y antes de terminar el año, donde se volverá a anunciar que se adoptarán medidas concretas y así se puede repetir la secuencia indefinidamente de reunión en reunión, de anuncio en anuncio, de documento en documento. En definitiva, una gran versión política de la canción del nunca acabar.
Seguramente hay temas que harán pasar buey por vaca gorda. Por ejemplo, se puede presentar la reforma de la ley mordaza que es una cuestión que nace de un compromiso del PSOE desde el primer día en que se aprobó la ley o la modificación del Tribunal de Cuentas, que de hecho ya se ha producido a fuerza de que ahora la mayoría de sus miembros sean gubernamentales y sean más generosos en la interpretación de las posibles infracciones y cuestiones similares.
Desjudicializar significa a qué se compromete el gobierno español para evitar que el largo listado de miembros pendientes de proceso resulten lo más beneficiados posible. El problema radica en que, como la máquina judicial lleva ya tiempo funcionando, difícilmente el poder político puede alterarla sin gran escándalo. Está ya condenado al ostracismo, amnistía, referéndum legal, y ahora en esta cámara oscura se cierra también la anunciada reforma del delito de sedición, que parecía que era un compromiso inicial. La razón que da ahora Sánchez es que no hay mayoría suficiente en el Congreso porque necesitaría los votos del PP -que, por cierto, no hace nada por cautivar-, pero está claro el problema de esta anunciada carencia es que ya se sabía desde del inicio y, por tanto, más bien nos han estado vendiendo un burrito.
Cuando JxCat afirma que la mesa de diálogo es un engaño monumental, hay que darle la razón en este caso.
Ésta es la crítica fundamental que se puede hacer de la forma como entienden la política ERC y el PSOE, la de intentar engañar a través de la palabra y la imagen. Pero todavía habría una segunda que es que las relaciones entre el gobierno catalán y Madrid no pueden quedar sólo monopolizadas por las situaciones personales de determinados militantes políticos de la independencia, porque eso no hace más que demostrar que esta opción es incapaz de gobernar pensando en el conjunto a los catalanes.
Más interesante, puede que acaben tratando sobre la lengua catalana, pero aquí la concreción es también inexistente y, por tanto, es mejor esperar a los resultados y no hacer juicios de intenciones.