Siendo el actual el primer debate sobre el estado de la nación de Sánchez y después de acumular muchos años sin llevarlo a cabo, era una exigencia que presentara una recapitulación del pasado y un proyecto de futuro para el próximo año, que fuese bastante más que cuatro medidas para paliar el impacto de la inflación y el aumento de los ingresos fiscales aplicando impuestos especiales a eléctricas y bancos.
Para Sánchez todo lo que existe del pasado, como la covid, solo tiene sentido utilizarlo como referencia para justificar los problemas actuales. Del papel del gobierno a lo largo de estas siete oleadas, ni una sola palabra. Y del presente tres cuartos del mismo. Todo su análisis de la realidad se reduce a responsabilizar de los males de nuestra situación económica a Putin y a la guerra de Ucrania. Francamente, es excesivo y un insulto contra nuestra condición de ciudadanos. No se puede quedar en el tintero explicar por qué España ha perdido años de esperanza de vida, por qué ha sido la economía que más se hundió con la covid y, sobre todo, por qué estamos a la cola de la recuperación que hará que con suerte, hasta finales de 2023, recuperamos la situación que teníamos en 2019.
Es un reduccionismo excesivo. De hecho, no existe en el discurso de Sánchez estado de la nación, sino una gran escenografía para explicar las nuevas medidas que se añaden a las anteriores, que por cierto, todavía no han sido revalidadas por el Congreso.
Anunció más gasto y unos posibles ingresos, del orden de 3.500 millones, aplicados a las eléctricas y bancos, pero en ningún momento habló del necesario ajuste fiscal, lo que es francamente malo para la credibilidad económica del país. Cabe recordar que este tipo de debates tiene tres oyentes: los diputados del Congreso, los medios de comunicación y la población en general, y el mundo económico internacional y europeo. Lo que presentó Sánchez quizás le conviene electoralmente a muy corto plazo, pero es negativo desde el punto de vista del mundo económico internacional y de la propia Comisión Europea, porque revela que un país que tiene un déficit público de 1,5 billones define las políticas de futuro centradas sólo en gastar, gastar y gastar.
Cabe decir que seguramente continuará la relajación de las condiciones fiscales de los presupuestos públicos un año más, porque Alemania tiene dificultades, pero esto no significa que continúe la barra libre en el gasto público. El Eurogrupo ya ha acordado que debe reducirse el gasto y centrarlo únicamente en ayudas selectivas y temporales para los más vulnerables. Cabe recordar que el precedente de Sánchez no es bueno en este ámbito porque desde que llegó a la Moncloa el endeudamiento público se ha incrementado en más de 300.000 millones de los cuales 30.000 son déficit estructural y, por tanto, se repiten año a año. El hecho de que el déficit público sea del 5% no ayuda. Si a todo esto se le añaden los 13.000 millones adicionales consecuencia de la indexación de las pensiones, el aumento del gasto militar, el incremento de los costes de los intereses de la deuda, quizás unos 3.000 millones de euros anuales más, y se añaden las medidas anticrisis, 9.000 millones hasta ahora, más lo anunciado ayer, es evidente que Sánchez tenía la obligación de exponer unos principios de ajuste fiscal y no lo ha hecho.
En realidad este gobierno obvia toda cuestión que no pueda presentarse como el premio de una tómbola.
Una característica adicional es que el gobierno parece funcionar sólo con medidas a corto plazo. Por ejemplo, una forma eficaz de luchar contra la inflación sería favorecer y dinamizar las instalaciones de placas electricosolares en los edificios. Convertir a las ciudades en plantas productoras de energía con lo que significaría de ahorro en importaciones y economías familiares y empresariales. Para que esta medida alcanzara el máximo de eficacia, sería necesario modificar la legislación vigente demasiado restrictiva y favorable a las eléctricas. Llevar a cabo una medida de este tipo habría resultado mucho más eficaz y estructuralmente más sólida que hacer pagar impuestos a lo largo de 2 años. Sánchez también ha olvidado un capítulo importante, el de cómo queda la transición ecológica pese a que su ministra Ribera quizás ya le ha dado la respuesta: quemando otra vez carbón.
También era crucial analizar por qué resultan tan ineficaces la suma de las ayudas del estado y de las autonomías para mejorar las rentas más bajas. En el fondo de todo ello existe una ineficacia extraordinaria de la administración que ni gobierno ni oposición abordan.
La política exterior con el Sáhara, Marruecos, Argelia, gas, rearme, el sur de España convertido en plataforma lanzamisiles, todas estas cuestiones no aparecieron en modo alguno.
En realidad, no ha habido debate sobre el estado de la nación, sólo una escenografía y unas cuantas medidas contra la crisis. Y esto, francamente, es muy poco.