En la medida en que la encuesta publicada el pasado domingo en La Vanguardia responda a la realidad, un análisis en profundidad de las cifras revela un panorama político desolador y además bloqueado.
Para empezar el presidente de la Generalitat obtiene una valoración absolutamente deficiente. En condiciones de política normal sería un candidato a la sustitución o derrota. Constatémoslo. Sólo un 38% considera comprender los problemas de los ciudadanos, un 37% que es un buen presidente y un 27% que es capaz de unir a todos los catalanes.
Si se considera que el voto agregado de los 2 partidos que gobiernan, ERC y JxCat, se sitúa en el 36,5%, podemos constatar que su apoyo no va más allá de esto y en algunos aspectos se sitúa por debajo. El mismo gobierno solo es aprobado por 1 de cada 3 catalanes, mientras que lo suspenden más del 40%. El 51% considera que las cosas en Catalunya van en mala dirección y solo un 29%, claramente por debajo del porcentaje de las fuerzas gubernamentales, cree que la dirección seguida es la buena.
Por tanto, el apoyo social al presidente y al gobierno se sitúa igual o por debajo del porcentaje de electores de los dos partidos que lo configuran, pero si se recuerda, como ya subrayamos en el primer análisis, el porcentaje de la abstención, de votos en blanco y votos nulos, que superan la mitad del censo electoral, se puede decir que aproximadamente solo el 16% de los ciudadanos mayores de edad con derecho a voto apoyan a quienes hoy en día nos gobiernan. Es una base muy mínima, muy pobre y, por tanto, fruto de inestabilidad social y de crispación .
Si de la valoración del gobierno y presidente pasamos a los liderazgos, el resultado es igualmente preocupante. Todos suspenden y obtienen una valoración más negativa que positiva. El más destacado con este signo es Puigdemont, que lo suspenden el 73% de los encuestados y sólo lo aprueban el 21%. Laura Borràs también de JxCat obtiene unas negativas valoraciones, 26% de aprobación y 51% de rechazo. Los líderes socialistas, Illa, y de ERC, Aragonès y Junqueras, logran un rechazo más reducido, pero también negativo: Illa (-8), Junqueras (-9) y Aragonès (-13). Para el resto del espectro, lo que prevalece es el desconocimiento. A la líder de ECP, aunque es una habitual en los Telediarios de TV3, no la conocen el 35%. A Àngels Chacón, la nueva líder de Centrem, el 31%, i al líder del PP que lleva mucho tiempo diputado, no le identifican el 38% y el de Vox es prácticamente desconocido porque casi la mitad de la gente no sabe quién es.
Es evidente que el escenario político no da lugar a ganar en optimismo frente a las incertidumbres económicas que acompañan al momento presente. Los partidos dirigentes gubernamentales suspenden, como lo hace el gobierno de la Generalitat. Y las alternativas además de suspender, son también las grandes desconocidas.
De todo este conjunto lo que presenta una situación más critica es la de JxCat, porque de ser una fuerza instalada y heredera del gobierno de la Generalitat, pasa a convertirse en un partido en retroceso electoral y con unos dirigentes de primera fila que no concitan ninguna simpatía más allá de sus mismas filas y eso es un problema decisivo para un partido que necesita crecer y superar el bajón. Está por ver que el Congreso signifique un cambio de tendencia en este sentido, porque la figura que consagrará como presidenta a Borràs, ya es conocida y tiene su valoración.