Poco a poco, el espectro de la inflación se ha apoderado del debate político y económico en ambos lados del Atlántico.
Pero aún hoy en día la gran mayoría de políticos, incluyendo los miembros del gobierno español, se empeñan en considerar que la actual crisis de inflación es causada por los destrozos de la Covid combinados con la guerra de Ucrania. Una forma fácil de sortear responsabilidades.
Según dicen estos políticos, la actual situación no tendría nada que ver con la crisis de la década de los 70 del siglo pasado, que tuvo un profundo impacto social y económico, y marcó el fin del período conocido como los “Trenta Gloriosos” en Europa.
Según el editorialista económico del Financial Times Chris Giles, la realidad es mucho más incómoda.
Es cierto que existe, como en 1973, una fuerte tensión sobre la oferta.
Entonces la principal causa fue el embargo de petróleo de la OPEP a los países que apoyaron a Israel durante la guerra del Yom Kippur. Ahora la razón se encuentra en la rotura de las cadenas de suministro mundiales debido a las restricciones vinculadas a la Covid y la guerra de Ucrania.
Pero es que además encontramos, como en 1973, un exceso de demanda en los mercados laborales.
Estados Unidos está en situación de pleno empleo, y numerosos países europeos se acercan. España no ha recuperado el nivel de paro de antes de 2008, pero se encuentra en la mejor situación desde entonces. En cualquier caso, la escasez de mano de obra disponible en Occidente está generando tensiones al alza de los sueldos.
La inflación actual resulta de un toma y daca entre sueldos al alza y la incapacidad de producir más y más barato
Por tanto, la inflación actual resulta de un toma y daca entre sueldos al alza y la incapacidad de producir más y más barato. Es exactamente lo que ocurrió en 1973.
Esto lleva a Chris Giles a la siguiente conclusión: para hacer frente a la actual crisis, es necesario aprender y aplicar las lecciones de entonces. ¿Cuáles son?
La primera es que los estímulos monetarios han resultado excesivos, ya que como unos pocos economistas (que fueron tildados de reaccionarios en su momento) apuntaron hace más de un año, el aumento de precios ha borrado las ganancias preliminares obtenidas gracias a las ayudas fiscales y las subvenciones.
La baja popularidad de Joe Biden (actualmente se sitúa en niveles de Donald Trump en el mismo momento del mandato) se debe en buena parte al fracaso de sus programas millonarios de gasto, acaecidos obsoletos y contraproducentes en pocos meses.
En Reino Unido, el poder adquisitivo real se prevé que este año sufra el descenso más drástico desde que se tienen datos (en 1956, para ser exactos).
En España la situación es aún peor porque a diferencia de estos países ni siquiera se ha llegado a una situación cercana al pleno empleo.
La segunda lección que señala Giles es que los bancos centrales han actuado demasiado lentamente para evitar la ola inflacionista al retrasar y retrasar el incremento de los tipos de interés. Y es que como dice un viejo dicho de los economistas, nadie quiere ser quien retire el alcohol de la fiesta justo cuando el ambiente comienza a animarse.
A estas alturas hay pocos economistas que duden todavía de la urgente necesidad de retirar los estímulos económicos que todavía quedan. Aún así, el Banco Central Europeo (BCE) se resiste a subir los tipos de interés con determinación. Su presidenta, Christine Lagarde, volvió a oponerse el 14 de abril.
Retirar el alcohol de la fiesta siempre es complicado porque se teme la reacción de los mercados.
El BCE intenta evitar la resaca de la fiesta. El problema es que la resaca parece ya inevitable
Con su posicionamiento, el BCE intenta evitar la resaca de la fiesta. El problema es que la resaca parece ya inevitable, y de hecho será más dura cuanto más tiempo se tarde en reaccionar con determinación. Según Giles, «el riesgo de recesión a ambos lados del Atlántico es ahora muy elevado».
La última lección de los setenta es que, cuando la política monetaria no ha podido o querido corregir la inflación a tiempo, no queda más remedio que sufrir la crisis para sanear el sistema. Este es según Giles el escenario más probable al que nos dirigimos.
La última lección de los 70 es que, cuando la política monetaria no ha podido o querido corregir la inflación a tiempo, no queda más remedio que sufrir la crisis para sanear el sistema Share on X