La guerra entre Rusia y Ucrania nos ha puesto ante un marco de destrucción y muerte que hacía tiempo no veíamos en territorio europeo. La idea de Ucrania de formar parte de la OTAN, desagradaba mucho a Rusia que veía amenazada su salida al mar Negro, así como la proximidad de la fuerza militar de la OTAN por la parte sur de Rusia.
Aún así, cuesta entender que para afrontar situaciones de disentimiento, deba usarse la violencia para resolver los conflictos. Las heridas que genera el enfrentamiento dejan siempre un marco que dificulta un posterior espacio de diálogo. La violencia, la severidad, y los afanes de dominio nunca serán un camino de entendimiento entre las partes en conflicto, ni la forma de construir la verdadera paz.
“La prepotencia y la fuerza de las armas no son la solución a los problemas. En cambio, la escucha profunda y sin prejuicios de las razones de los demás, así como la exposición serena de las razones propias siempre serán el mejor camino para construir una paz auténtica». Estas palabras que dijo Juan XXIII, ahora cumplirá sesenta años, al inaugurar el Concilio Vaticano II, eran válidas en ese momento, lo son ahora, y lo serán siempre.
Ciertamente, no hemos sido demasiado educados en la gestión de los conflictos. A menudo, pasamos el problema, a la persona o al colectivo en conflicto. En lugar de tratarlo en sí mismo, lo que hacemos es atacar a la persona y gastamos todas las energías en desprestigiarla, en lugar de ponerlas a solucionar la cuestión.
Al mismo tiempo, debemos ser respetuosos y sensibles con las personas, por muy diferente que piensen de nosotros. Si lo hacemos así, limpiamos nuestro espacio de relación, de ese tipo de comunicación destructiva, que a menudo hacemos con acusaciones, insultos, sacando a colación cosas del pasado, y generalizaciones injustas, que en vez de arreglar las cosas, lo que hace es agravar aún más el problema. Nunca la victoria de unos, sobre la derrota de otros, soluciona la raíz del conflicto. Debemos trabajar incansablemente para aprender a dialogar, siempre de igual a igual, sin imposiciones, pero con propuestas.
Si el marco de diálogo es desigual, donde uno es más fuerte que el otro, e impone su criterio en perjuicio del otro, será necesario trabajar la relación personal para que no se deteriore, y dar tiempo al tiempo evitando romper el diálogo.
Estuve en las EEPP de San Antón, en un encuentro de homenaje a los grandes apóstoles del diálogo y la paz…Pere Casaldàliga, Arcadi Oliveres, Jaume Botey, Teresa Losada, Manel Pousa «el pare Manel», y tantos otros que han puesto su vida al servicio de la justicia y de la paz, y siempre al lado de los que más lo necesitan, denunciando todas las injusticias. Estas personas han marcado el camino. Y éste es nuestro gran reto, estar en medio del mundo, pero con la mirada puesta en el horizonte de un mundo más justo, más humano y más fraternal.