Por lo visto, la cultura mediática y política de nuestra sociedad confiere un valor diferente a las muertes. Su importancia no depende de su número absoluto, sino de su calificación política.
Este hecho es escandalosamente claro en el caso de los muertos por covid, el mayor destrozo producido después de la Guerra Civil, y que estamos pasando como un hecho trivial, sin despertar especiales investigaciones, ni reclamaciones, ni exigencias de cuentas. Contrasta esta escasa atención gubernamental con, por ejemplo, la extrema notoriedad que alcanza el feminicidio de parejas, que de media representan unas 50 muertes al año. En este caso, en cada ocasión que se produce una víctima, la atención política y mediática es máxima.
Sólo la ideología y el interés político pueden explicar estas diferencias tan poco equitativas. El suicidio pertenece a la categoría de los fallecidos que cuentan relativamente poco, aunque en España su crecimiento lo transforma ya en un problema, porque es la primera causa de muerte entre los jóvenes y causa estragos importantes entre los hombres. Pero no sólo en ellos.
Un reciente estudio publicado por la acreditada revista de medicina BMJ, que tiene más de 180 años de vida sobre sus espaldas, ha estudiado la importancia del suicidio en relación al embarazo. Este siempre ha sido un tema controvertido y ahora con el presente trabajo, centrado en las mujeres finlandesas, aporta seguramente los datos más completos que jamás se han alcanzado.
Este estudio abarca a todas las mujeres muertas en edad fértil de 15 a 49 años en Finlandia entre 1987 y 1994, a partir de los registros de defunción. Del conjunto de fallecidos, 1.347 tuvieron el suicidio como causa principal de la muerte. Y el resultado revela algo que ya se conocía, pero que se reafirma, y es que hubo en total 73 suicidios asociados al embarazo, lo que representa el 5,4% del total de suicidios en mujeres de este grupo de edad.
La tasa media de suicidio por 100.000 personas fue de 11,3%. Y ahí viene el factor interesante. La tasa de suicidios asociados con el nacimiento fue prácticamente la mitad, 5,9%, mientras que las que se produjeron en mujeres que habían abortado, triplicaban la tasa media, 34,7% y fueron las más altas de todo el conjunto de la población y de los distintos grupos. Este factor de riesgo de suicidio fue mayor entre las adolescentes asociadas al aborto, en este caso en todos los grupos de edad.
Las mujeres que se suicidaron tendían a provenir de clases sociales más bajas y tenían más probabilidades de no estar casadas que otras mujeres que habían tenido un embarazo completo. La conclusión del estudio es rotunda: el aumento de riesgo de suicidio después de un aborto inducido indica factores de riesgo comunes nocivos en la salud mental. Y los mensajes clave que la propia revista señala son: “el riesgo de suicidio después del nacimiento es la mitad de las mujeres en edad reproductiva general”, es decir, tener un hijo actúa como protector de la tendencia general al suicidio. «Los suicidios son más comunes después de un aborto espontáneo y especialmente después de un aborto inducido muy por encima de la población general». «El resultado señala que el aborto genera efectos perjudiciales en la salud mental de las mujeres».
Es un hecho bien conocido que la postnatalidad presenta a corto plazo, características de depresión no sicótica, pero el estudio señala que este es un efecto transitorio y que por lo general tener hijos tiene efectos positivos en la salud mental de las mujeres.
En España los suicidios han crecido de forma importante y se han multiplicado por 1,8 desde la década de los 80, aunque con diferencias sustanciales entre hombres y mujeres, no en la tasa de crecimiento, que es prácticamente la misma, sino que la base de partida de los suicidios de los varones es más elevada. En la actualidad es de 12,62%, mientras que la mujer está en 4,18%. Entre los países mediterráneos, España es la que presenta el mayor nivel de suicidios.
En la serie y la evolución, en cuanto a la mujer, se puede observar como a partir de 1985, fecha de la primera ley de aborto, pero sobre todo a partir del 2010 que es cuando se aprueba la segunda, y mucho más normativa, el número de suicidios entre las mujeres ha tendido a aumentar.
Tenemos así señalados unos problemas que no están en la agenda política. Uno es el aumento del suicidio a todos los efectos y en términos absolutos mucho más grave entre hombres y jóvenes. La otra cuestión es que el elevado número de abortos que se producen tienen consecuencias sobre la tasa de suicidios femeninos y probablemente, pero existe un agujero negro en los estudios sobre esta materia, también sobre la salud mental de las mujeres que abortan.