Es bien conocida, sobre todo cuando se estudiaba filosofía en la escuela, la alegoría filosófica de la caverna de Platón, que permitía explicar la debilidad del conocimiento humano. Platón situaba a la humanidad como un grupo de hombres prisioneros dentro de una caverna y sujetados de tal forma que sólo podían mirar hacia la pared del fondo. Detrás suyo había un pasillo por el que circulaban personas, y más allá una hoguera y la entrada de la caverna. Por el pasillo pasaban hombres llevando todo tipo de objetos y animales, y sus sombras se proyectaban en la pared del fondo. Era lo que los prisioneros podían ver. Para ellos ésta era la realidad. Aunque lo que percibían eran tan solo sombras desdibujadas de ésta.
Es la situación que hoy en día vivimos en Cataluña y que podríamos explicar también en términos más actuales acudiendo al universo de Mátrix y sus dos mundos. Uno real, esclavizado por las máquinas, y otro, imaginario mucho mejor, y que los humanos interpretan como el efectivamente existente. En Mátrix hace falta liberarse del control de las máquinas para poder mostrar al mundo en toda su cruda desgracia para intentar rehacerlo. Y ésta es la lucha contra la máquina de los héroes y resistentes humanos.
Cataluña vive hoy en un mundo político imaginario y los signos se hacen evidentes todos los días. Por ejemplo, se hace batalla contra el 25% de las clases en castellano cuando partidos y gobierno saben perfectamente que esta cifra está claramente rebasada en la práctica, porque el tiempo de castellano real dentro de cada aula es mucho mayor, sobre todo allí donde se concentra la mayoría de población, en el Área Metropolitana de Barcelona, mientras que en los territorios menos poblados de clara hegemonía lingüística en catalán, evidentemente ese 25% no se alcanza. Una buena política lingüística sería partir de esta evidencia de los hechos, velar por que la mayoría de los alumnos recibieran el 75% de las clases en catalán, cifra que hoy no se alcanza, y que allí donde hay hegemonía catalana se garantizara ese 25% de español, que permite un buen dominio de las dos lenguas. Pero no, el camino escogido es inventarse una realidad como si el catalán fuera realmente la lengua vehicular de todas las clases, excepto la de lengua castellana.
Otro ejemplo de la caverna lo encontramos desgraciadamente en el Parlament de Catalunya, que no solo hace tiempo que manifiesta su ineficacia y carencia de nivel institucional, sino que además ahora se ve una vez más envuelto en escándalos de preventas económicas. Es el caso de los funcionarios prejubilados que cobraban el 100% de sus sueldos sin trabajar. Y también, y más grave, porque afecta no a funcionarios ni a directivos del Parlamento, sino a todos los diputados, cobrar dietas cuantiosas por desplazamientos que no se realizan. Sería lógico que el Parlament hubiera abierto un debate en el plenario para esclarecer responsabilidades, depurarlas y dar explicaciones a los ciudadanos que están indignados con estos temas. En su lugar dedica su atención a rescatar el buen nombre de las brujas que fueron muertas en los siglos XVI, XVII y XVIII. Es el universo Mátrix, centrar la atención en una realidad inexistente y obviar aquella que está presente y que realmente nos afecta.
Para la clase política es más fácil vivir en Mátrix, en una especie de metauniverso en el que no existe ni la responsabilización, ni la necesidad de gobernar bien, ni mucho menos dar respuesta a los intereses concretos de los ciudadanos, sino que todo gira en relación al relato entre ficticio y deformado que los partidos formulan continuamente para justificarse.
No hay alternativa a esta situación sin denunciar que vivimos en la caverna, sin desvelarse y resistir al Mátrix de la política catalana. Esto, los partidos instalados en el gobierno y la oposición no lo harán porque ya tienen los papeles distribuidos, así como los beneficios, y no existe ningún incentivo para que los alteren.
Sólo la presencia de nuevas fuerzas podría cambiar ese estado de cosas. Sin embargo, el problema comienza porque estas fuerzas presuntamente nuevas que se van haciendo presentes en la escena, también se mueven como si el metauniverso de Mátrix fuera real y adoptan sus posicionamientos en relación con él. Unos levantan la bandera de luchar contra la independencia inexistente, enterrada y muerta, y así ya han logrado su relato y papel en la historia. Son gente que por lo pronto se ha opuesto radicalmente al independentismo y, por supuesto, han encontrado un acomodo político suficiente, que va mutando y adoptando nuevas formas. Son los de siempre de ese lado que solo ve todos los males con la exigencia catalana.
Otros aceptan las coordenadas de la caverna y levantan la bandera, situándose en el centro de ésta, como si desde esa posición pudieran percibir la realidad y no las sombras.
Y entonces, ¿qué? ¿No hay ninguna vía de escape? Y aquí exige una doble respuesta que permita salir de la caverna a la luz exterior y destruya la lógica perversa de Mátrix.
Esta alternativa sólo puede construirse, por un lado, desde un análisis crítico del proceso y de la situación presente. Un análisis concreto que no se pierda en los objetivos y señale los hechos, como el de los que hay 4.000 cargos del independentismo que viven cobrando más que el presidente del gobierno español.
Un análisis de la realidad que ponga de manifiesto que ERC no tiene ninguna intención de hacer nada que altere el statu quo español, mientras gobierne el PSOE y que, por tanto, su alineamiento con un parido que compite en este escenario y sitúa la independencia en un plano metafísico, de hecho religioso, en el que se anuncia la gloria del cielo para un momento indeterminado de la existencia. JxCat se diferencia de ERC en la radicalidad del discurso, pero no para que pretenda llevar a cabo ninguna acción que comporte encarar a la sociedad catalana en España y Europa ante un gran conflicto para alcanzar la plena soberanía, sencillamente porque ahora ya son conscientes de que la gran mayoría de los catalanes de conflictos de este tipo no quieren oír ni hablar.
El problema no es el independentismo, el problema es la arbitrariedad, el mal gobierno, la partitocracia. Y eso también afecta a la parte española porque en este análisis crítico del proceso, hay que situar negro sobre blanco el papel jugado por el PP, y también por el oportunismo socialista. En realidad una alternativa política seria sólo puede arrancar a partir de los resultados de una especie de, digámosle, libro blanco de la situación política de Cataluña.
Pero ésta es sólo una parte de la historia. La construcción de la alternativa que nos libere del universo imaginario que nos lleva a ensalzar a las brujas del siglo XVI, exige también la construcción de la alternativa cultura y política a la otra hegemonía que nos gobierna, la que podemos calificar del progresismo de género y que agrupa a la casi totalidad de partidos catalanes, y que hace, por ejemplo, que el Premio Catalunya sea entregado a una creadora de entelequias ideológicas construidas a través de su subjetividad personal, como es Judith Butler y su extraña teoría queer.
Este mundo ha construido un país cada vez más ahogado por la dictadura de lo políticamente correcto y por las políticas de la cancelación, que no son más que una actualización de la censura y la represión de las ideas y de la libertad de expresión. Sin desarrollar una teoría crítica sobre este relato que nos domina y construir la agenda política alternativa, Cataluña tampoco va a salir de la caverna.