El gobierno Sánchez ya reconoce ahora que el crecimiento del PIB de este año será muy inferior al previsto, dos puntos menos, rebaja que también afectará al año que viene. Es una reducción grande al situarse en el orden del 30%.
A pesar de este hecho, se está produciendo una importante recuperación del empleo. La ministra de economía y vicepresidenta primera, Nadia Calviño, lo afirmaba en unas declaraciones en La Vanguardia cuando constataba que ha habido una intensa recuperación del empleo, que se ubicaba en 340.000 puestos de trabajo y que nos situaba por encima de la pandemia. Además ya han salido 80.000 personas de los ERTO y el paro juvenil actúa ya por debajo del que existía en el período prepandemia.
Todos estos excelentes datos sobre el empleo ponen los cálculos sobre el comportamiento del PIB muy por debajo de lo esperado. Y aquí es donde se abre el enigma. ¿Cómo puede ser que con un incremento tan elevado del empleo, el PIB manifieste una evolución tan modesta que no permite vislumbrar la recuperación hasta el 2023? A reserva de que más adelante se produzca una radical revisión del cálculo del PIB, con los datos actuales sólo existe una hipótesis que pueda explicar este misterio: la baja productividad de nuestra actividad económica en este proceso de recuperación. Habría mucho empleo, pero éste sería de baja calidad. Por tanto, bajo esta lectura lo que tendríamos es una evolución que iría en el sentido totalmente opuesto a lo que se predica y en relación con lo que se quiere alcanzar con los fondos europeos. Señalaría, en definitiva, que la economía española no va bien y situaría una perspectiva de creciente desigualdad.
Que no va bien lo señalan los últimos datos sobre la renta per cápita española que cayó en el puesto 17 de la Unión Europea. En estos momentos está a 10 puntos de la italiana. Considerando 100 la media europea, España estaría en el 84 e Italia en el 94. Pero es que además de este hecho, Malta y Chipre nos han pasado por delante, y también son ya más «ricos» que España tres países de la depauperada Europa del Este: Lituania, República Checa y Eslovenia.
Realmente la dinámica española no es para echar cohetes y recordemos que la catalana no es mejor, sino que incluso presenta signos de mayor agotamiento.
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[…] En todo esto, sin duda, un factor que sí que es decisivo es la baja productividad española. […]