¿Qué aficionado a la ciencia ficción no recuerda uno de los grandes autores de la época de oro del género, Isaac Asimov y su obra capital Fundación , la primera de la trilogía, Fundación e Imperio y la Segunda Fundación, que generó toda una saga? Para los que no la conozcan, una serie en la plataforma TV de Apple la muestra ahora en forma de superproducción, aunque cabe advertir que es difícil reconocer la obra original en el guión que ha servido para su versión audiovisual.
En términos muy breves el resumen de esta saga interestelar, que sucede durante largos períodos de tiempo, es la siguiente:
Partiendo del punto inicial en la Tierra, la humanidad se expandió por el Universo, tanto que ya nadie tiene recuerdos de dónde se encuentra el planeta madre. En el transcurso de esta expansión se producen grandes conflictos, hasta que aparece el Imperio que controla la gran mayoría de mundos conocidos, miles, y que garantiza un orden cada vez más inestable y decadente.
Un científico, Hari Seldon, mediante complejos modelos matemáticos pone en pie una nueva disciplina, la Psicohistoria, que le permite predecir lo que sucederá en el futuro. El resultado es que anticipa la autodestrucción del Imperio y la entrada al largo período de conflictos y barbarie. Para reducir el período de la derrota, toma la iniciativa de constituir en uno de los planetas exteriores La Fundación, que tendrá como misión poner a punto la recuperación y el renacimiento sin los vicios del Imperio. La trama es más compleja (en realidad existen dos fundaciones, aparece un ser mutante que puede alterar las ecuaciones de Seldon, etc. etc.). Pero, a efectos de lo que quiero concretar, la descripción hecha ya sirve.
El paralelismo con Cataluña está claro -y podría ir más allá- El Imperio es el “sistema” que nos gobierna en la Generalitat y en el Parlamento, en la ciudad de Barcelona y, más allá en el gobierno y Congreso, formado por una triada que tiene en un vértice el socialismo de nueva generación, alejado de la socialdemocracia y convertido en partido de la ideología de género, los Comunes- Podemos(+) y ERC. Este bloque es el Imperio y ocupa todo el espacio cultural político e institucional, domina mentes e intereses, y tiene a su alrededor a izquierda y derecha, dos núcleos sin capacidad de gobierno por sí solos. Uno más pequeño, la CUP, el otro más grande y muy heterogéneo, JxCat, que tiene dirigentes formados en la ideología de la progresía uppers Diagonal, y votantes menestrales y burgueses de la antigua CDC, una mezcla inviable a medio plazo.
El resto del sistema imperial está formado por la oposición simbólica, sin proyecto viable para el país: C’s, PP y Vox. Aunque fuera del poder, forman parte del mismo sistema, pero sin posibilidad alguna de conseguir la más mínima parcela de poder. Están fuera de juego, pero no son disidentes, son marginales, pero no alternativos.
Como en el caso de la novela de Asimov, el inicio de la solución viene también de una “fundación ” externa al sistema de partidos vigentes. No surge de una mirada corta, ni de dentro de los trapicheos de un Imperio en declive, sino de una visión ambiciosa ya largo plazo, pero que no huye de las oportunidades que pueden presentarse en el día a día. Y que tiene una misión poderosa, grande, la de construir cultural y políticamente la alternativa al grupo imperial del poder, a la triada que gobierna Cataluña, a partir de la nueva fundación .
Éste es el único camino para recuperar Cataluña y evitar que siga rodando por la pendiente de las incapacidades, crisis y contradicciones, llevándose todo lo construido de bueno, incluso la dimensión y prestigio de la lengua y cultura catalana, la cohesión social, el bienestar y la capacidad de progresar mediante la nueva industria, la tecnología y la ciencia, a la vez que recupera las instituciones que la han hecho fuerte, y en primer término la roca madre, la familia.
Hacer una nueva fundación no es fácil; ¿cómo nadie sensato puede pensar que la respuesta a una crisis tan grave puede serlo? Ni busca la inmediatez (a pesar de que es necesario aprovechar todos los atajos que se pongan a la vista). Pero es el único camino.
Ahora, está por ver si en Cataluña quedan hombres y mujeres de bien con capacidad de servir a su país en una obra grande, en un reto histórico, sin esperar nada a cambio. Es la hora de la hazaña.