Dicen de Jordi Pujol que celebraba, al inicio de su mandato cuando la Generalitat era una novedad, que las manifestaciones se dirigieran a la plaza de Sant Jaume y protestaran ante el Palau de la Generalitat, porque consideraba que este hecho servía para señalar que en ese edificio residía un gobierno, el catalán, de verdad. Y por eso era el foco de la protesta .
Si esto ha sido así o forma parte de una de tantas leyendas sobre Pujol, ahora no viene al caso. Pero sí que sirve para guiar la reflexión sobre la pérdida de poder efectivo que sufren Cataluña y su gobierno.
El último ejemplo lo da la carta de la madre de la menor criminalmente atacada y violada, dirigida al presidente Sánchez. En ella le pide que frene estas salvajadas y concreta varios aspectos: reforzar la seguridad de las zonas de ocio, imponer restricciones por edad de forma que no se mezclen adolescentes con adultos, mayor presencia policial y vigilancia en estas zonas, y evitar el consumo de drogas y alcohol en los recintos.
Sánchez podría responderle -es evidente que por sensibilidad no lo hará- que todo lo que pide son competencias de la Generalitat de Catalunya. Es evidente que muchos ciudadanos no tienen un conocimiento suficiente sobre a quien le corresponde cada cosa, y entonces, en muchos casos, se dirigen a esta o aquella administración en función de la idea de cuál es más importante, más poderosa. Y para la madre, tremendamente afectada por la gravísima agresión que ha sufrido su hija, esta persona la encarna el presidente del gobierno español y no el de la Generalitat, aunque es él quien tiene la responsabilidad en los aspectos concretos que señalan la carta.
Y este hecho, lejos de ser anecdótico, nos conduce a una reflexión necesaria. Después de tantos años de gobierno independentista en la Generalitat, ¿se ha ganado en poder? Porque este poder no es cuestión de palabras ni de letras sobre papel, ni de pactos ni de declaraciones a los medios de comunicación. Poder significa capacidad para transformar la realidad. ¿Tiene más capacidad hoy el gobierno de Cataluña para operar esta transformación?
Unas cuestiones son necesarias plantear y debatir:
¿Se está hoy más cerca de la independencia que cuando se inició el procés? La respuesta es evidente y consiste en un “no” rotundo. Nadie se atreve a situar ningún horizonte temporal ni mucho menos compromiso.
¿Hay hoy más unidad, más capacidad movilizadora en el ámbito independentista? Aquí también la evidencia es abrumadora. No, basta con ver a la gente que sale a la calle en los últimos tiempos, o constatar el penoso espectáculo en la tribuna de oradores del Congreso, en el que las fuerzas independentistas se pelean entre ellas y despotrican unas de otras, ante el público compuesto por los diputados del resto de España. Basta con ver a Rufián en escena castigando el hígado de JxCat para darse cuenta de que el independentismo no une absolutamente nada. Hoy existe una unión más estrecha de ERC con UP y el PSOE, que con su socio de gobierno.
¿Hemos avanzado en las estructuras de estado en este tiempo? El «no» vuelve a ser rotundo. Después de confesar que no se había hecho nada y, por tanto, se había estado enredando al personal, ahora en el tiempo transcurrido no sólo no se ha avanzado en este camino, sino que la estructura de estado más importante que tenemos, la policía, está tan maltratada que se ha producido la insólita manifestación de sus miembros contra el gobierno. No hay para menos, porque la mayoría del Parlamento y el propio gobierno con sus actitudes y decisiones están avalando la tesis de la CUP y los Comunes, que estamos en manos de una policía antidemocrática, y eso explica que se haya constituido en el Parlament una comisión de control político, una especie de comisaría orgánica presidida por la CUP para fiscalizar lo que hacen los Mossos d’Esquadra.
Mientras, se van tomando medidas que los dejan inertes para afrontar grandes concentraciones que no se atengan a las normas de la autoridad. Primero les prohibieron las bolas de goma, algo insólito en todo el estado y en la inmensa mayoría de policías europeas, y después han limitado aún más el uso de las balas de foam, que difícilmente sirven para grandes concentraciones.
Para Cataluña lo más importante, en último término, es lo que ha justificado históricamente la voluntad de autogobierno, es la defensa y promoción de la lengua y cultura propia . Ahora surge la noticia, que en realidad no es tal, del retroceso del uso del catalán en la escuela. Es una evidencia de que su conocimiento generalizado no viene seguido de su uso como lengua de relación social, sino que el castellano gana terreno.
¿De qué sirve el autogobierno y el independentismo? ¿Cuál es la utilidad del dinero que año tras año se dedica a nuestra lengua ya la promoción de la cultura catalana? TV3 tenía como primera finalidad la promoción del catalán y de su cultura. Su resultado, vistos los retrocesos, constituyen un fracaso porque se ha constituido en un reducto que sólo ven los que piensan de una determinada manera y que básicamente está formado por gente mayor y en el que la calidad del catalán que se utiliza y el juego que se da a la cultura es sencillamente desastroso. ¿Cuántos jóvenes ven TV3? ¿Por qué la lengua catalana ha perdido el sello de calidad de instrumento de promoción social, que tenía incluso en los momentos más negros de nuestra historia? A todo esto deben contestar los que nos gobiernan en nombre de un horizonte independentista.
Nunca, desde la democracia recuperada, los diputados catalanes que no son de partidos de disciplina española, habían sido tan numerosos como en el Congreso, ni el gobierno de turno había sido tan débil por su escaso número de diputados propios . Pese a esta realidad ERC hace pactos de mínimos; ni siquiera se ha atrevido a plantear el traspaso de Cercanías, que no deja de ser un objetivo perteneciente a las pantallas superadas del autonomismo.
El PDeCAT, que quiere ser palo de pajar de una nueva alternativa, apoya a Sánchez a cambio de nada, y JxCat por su parte aún debe contarnos para qué sirven sus diputados en Madrid, perfectamente invisibles. Por si fuera poco, el PSC tiene dos ministros, Iceta en Cultura y Raquel Sánchez en Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, dos ámbitos de extremado interés para Catalunya, pero sin que de momento haya significado nada. Como poco significa que la presidenta del Congreso sea Meritxell Batet, Renfe Isaías Táboas, AENA Mauricio Lucena, todos ellos destacados miembros del PSC. No hay ningún tipo de relación entre el teórico peso político alcanzado y el poder real que este hecho le conlleva a Cataluña .
Algo muy profundo se ha roto en la buena trayectoria histórica de Catalunya para ganar poder político.