Se han hecho públicos los datos de la última encuesta de los servicios municipales del Ayuntamiento de Barcelona, basada en 5.999 entrevistas. Por tanto, una muestra muy amplia. La información que da, como suele suceder en la mayoría de encuestas, admite niveles de lectura contrapuestos, favorables y desfavorables. Pero hay un indicador síntesis que puede orientar sobre cuáles son en estos momentos los vientos electorales que soplan en Barcelona.
Se trata de la serie que informa sobre la puntuación de la gestión del Ayuntamiento y que comienza en 2004, es decir en el período Clos. En esta larga serie, el primer período de Colau de 2015 a 2018 se cerró con una valoración favorable que oscilaba entre el 6,33 y el 6,5. Pero en el 2019, año de elecciones, ya había caído al 6,2, bajó al 5,7 y ahora en la última encuesta está en el 5,9.
¿Y qué puede significar en términos electorales? Pues, recordemos que Trias perdió el Ayuntamiento con una valoración de 6,0 y que por tanto estos umbrales que corresponden al aprobado implican peligro de perder las elecciones. De hecho, es lo que ya le ocurrió a Colau cuando repitió. Perdió las elecciones y las ganó ERC, y de hecho, ni siquiera la alianza con los socialistas habría sido suficiente sin los votos de Valls. Por tanto, con un 6,2, Colau ya no quedó primera. Naturalmente esto es en estos momentos, y falta 1 año y medio para las elecciones.
Hay que ver cómo va a evolucionar esta valoración. Sin embargo, hay que tener en cuenta que Hereu, que sucedió en Clos, antes de ir a elecciones, un año antes, una práctica habitual de los socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona, las perdió en el 2011 con un 5,7 y se mantuvo a lo largo del mandato entre un 5,6 y 5,8, precisamente las cifras que ahora tiene Colau en el transcurso de los dos últimos años. La previsión que podemos hacer es esta: si en el plazo que falta para llegar a las elecciones las encuestas no señalan claramente una valoración por encima de 6, Colau no ganaría, y éste es un factor más que hace pensar que realmente no repetirá porque la primera que tiene conocimiento de estas magras perspectivas es la alcaldesa.
Esta mala previsión puede venir acompañada de la impresión que los barceloneses tienen sobre Barcelona, sobre si ha mejorado, permanece igual o ha empeorado. También en este caso el balance es claramente desfavorable. Un 53,1% considera que ha empeorado, y si se contempla el 14% que considera que no se ha movido de sitio, dado de dónde viene la ciudad, de una situación de crisis, no es exactamente un elogio. Comprobamos que sólo un 28,6% cree que ha mejorado. Un bagaje muy débil para ir a las elecciones, considerando que los votantes de Colau y del PSC se inclinan más por ser generosos en este punto. Que no es una buena valoración lo constata el hecho de que la misma pregunta aplicada a Cataluña da un resultado muy similar: un 52,3% considera que ha empeorado, y claro, Cataluña precisamente no es un elemento de comparación muy positivo.