Sánchez se define como progresista y encabeza el gobierno más a la izquierda de toda la Unión Europea, con la presencia extraordinaria de ministros pertenecientes al partido comunista. Forma parte, sin embargo, de la «corriente principal» de lo que es hoy la Unión Europea. Orbán es, en gran medida, la antítesis. Bestia negra de la socialdemocracia y los liberales, es acusado de practicar una democracia iliberal con continuos choques con la Comisión Europea.
Esta descripción responde a la realidad que transmite la información publicada, pero en el trasfondo de esta hay muchos más puntos de contacto entre ambas formas de gobernar de lo que parece.
Empezamos por la idea liberal. Un estado de estas características es aquel que no impone una ideología determinada a sus ciudadanos. No es el caso de España que tiene como doctrina de gobierno, y por tanto, de estado porque el Tribunal Constitucional no pone inconveniente, la perspectiva de género. Esta ideología política establece que la sociedad está dominada por una estructura formada por los hombres -en genérico- que denomina patriarcado, que explota, discrimina, abusa, agrede y mata a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Esta ideología es lo que explica, la existencia de una especie de legislación fuertemente ideológica y de políticas públicas en España, incluida determinadas prioridades en el gasto. Por ejemplo, justifica la ley contra la violencia de género que por su contenido, que asume la teoría del patriarcado culpable, es única en Europa .
Esta misma ideología conlleva negar la evidencia biológica de que la especie humana está formada por hombres que son heterogamético (XY) y las mujeres que son homogamètiques (XX). Esta caracterización de la especie humana, común a todos los mamíferos y a la mayoría de animales, es cuestionada y censurada, hasta llegar al extremo de represaliar un profesor de biología para señalar esta única y gran división de la humanidad, que no contempla las múltiples identidades LGBTI (+), tan importantes que son tratadas como verdaderas «naciones» o comunidades diferenciadas que disponen de legislación especial, que se les ofrecen privilegios económicos y legales, como por ejemplo la inversión de la carga de la prueba o la penalización en un solo sentido de la salida del armario. Según la doctrina del estado español se puede pasar de ser heterosexual a homosexual , y contribuir a este paso es un hecho celebrado. Pero el hecho contrario es perseguido por la ley.
Obviamente este estado no es liberal, lo que pasa es que no lo es en un sentido diferente al de Hungría de Orbán. Allí el acento se sitúa en la familia y la natalidad, y aquí en la perspectiva de género y el favorecimiento de las diversas identidades de comportamiento sexual.
Pero no acaban aquí las semejanzas de los dos presidentes. El alcalde de Apestad y líder de la oposición, Gergely Karácsony, en una entrevista este domingo en El País señalaba que la ley que veta la enseñanza de la homosexualidad en la escuela es puramente una excusa para aglutinar a sus votantes por parte de Orbán y que no cree ni siquiera que se llegue a aplicar. Leyes de lógicas instrumentales para crear presión entre los suyos es precisamente una de las características del gobierno Sánchez.
Sólo hay que ver el tipo de ley sobre la eutanasia, el «sí es sí», que se aprobará este martes, la ley trans, etcétera, para constatarlo. Mientras otros aspectos fundamentales como una legislación sanitaria adecuada para combatir la epidemia permanecen en el cajón.
Karácsony sitúa la crítica a Orbán en unos aspectos muy concretos. Uno de ellos es que la economía no va bien y que este año aún no llegarán a los niveles de 2019. La otra es la mala gestión de la pandemia con un elevado número de muertes per cápita. Pues estas son las principales críticas a Orbán. Sánchez muestra todavía resultados mucho más negativos. La caída económica española ha sido mucho mayor que la húngara, y el plazo de recuperación, a pesar de las buenas perspectivas, también será mayor hasta finales del año que viene. Y en cuanto a la pandemia, con más de 100.000 muertes, España supera a Hungría y a otros países en relación con su tamaño de población y en estos momentos presenta un nivel de vacunación inferior al húngaro. Mientras que el 3 de julio en España habían recibido la pauta completa poco más del 30% de la población, en Hungría la cifra superaba ya el 50%.
Si el análisis de los hechos se despoja de las preferencias ideológicas, por otra parte bien respetables, la realidad aflora y en una sociedad como la nuestra, dominada por los intereses, también en los medios de comunicación, suele llevar sorpresas cuando la mirada se desprende del velo del adoctrinamiento.