Si la parafernalia del marketing del gobierno español no hubiera sido tan excesiva y hubieran tratado con naturalidad la brevísima conversación de pasillo con Biden, ahora Sánchez podría volver con una buena bandera porque la próxima sesión de la Alianza Atlántica se hará en España y porque finalmente habría saldado fugazmente con el presidente de EEUU.
Pero, la voluntad de presentar como una entrevista trascendente los instantes de conversación y las penosas imágenes del recorrido por el pasillo, ha sometido a España a un ridículo innecesario de la mano de Sánchez, Redondo y la ministra de Asuntos Exteriores, que suponemos que tiene los días contados. Pero, no sólo se trata de la presentación ampulosa de un modesto saludo, sino que el presidente del gobierno español en lugar de entender que tenía que caminar hacia la humildad, quiso profundizar en la vergüenza explicando en la rueda de prensa la cantidad de temas que había tenido ocasión de comentar con el presidente estadounidense, desde la situación de la Covid en América Latina, a sus problemas económicos, la agenda progresista española y muchas otras cuestiones, con una enumeración que era ya más larga que el tiempo del recorrido. Para que se hagan una idea, esto es en forma de texto lo que dan de sí 45 segundos de conversación:
«Buenos días presidente Biden cómo está usted. Buenos días presidente Sánchez, muy bien gracias. Permítame presidente plantearle algunas cuestiones aprovechando estos instantes que compartimos. Concrétamente deseo hablarle de la situación en América Latina como consecuencia de los desequilibrios económicos, aumentados ahora por el miedo del impacto de la Covid, y sus consecuencias sobre la inmigración. También me gustaría tratar de algún punto relacionado con nuestra alianza … «.
Pero todo esto distrae de un hecho muy grave, la progresiva inclinación también militar de Rusia hacia China. De hecho, por primera vez Pekín hace maniobras conjuntas con Rusia incluso en la región euroatlántica, al tiempo que expande su arsenal nuclear. abocar a Rusia como está haciendo EEUU y la NATO hacia el entendimiento profundo con China, puede tener un coste para Europa inmenso, extraordinario.
No es el camino que nos conviene. Deberíamos tener memoria histórica y recordar como EEUU en las negociaciones de Teherán durante la II Guerra Mundial no tuvo ningún reparo en marginar a Churchill, que era teóricamente su principal aliado, y entenderse con Stalin con unos acuerdos que comportaron entregar a toda Europa oriental al comunismo y a la URSS. Y de aquellos hechos salió después la Guerra Fría que planeó como una losa sobre Europa a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
EEUU está embarcado en un conflicto con China y Rusia, y juega toda su carta en el Pacífico con la cooperación de Australia, Japón, Corea del Sur y Taiwán. La pieza europea es un elemento más de presión en el otro lado del tablero y al mismo tiempo es la almohada que puede recibir palos en un momento determinado. Europa debe despegar, en este sentido, de todo lo que sea aumentar la beligerancia con Rusia y jugar la carta contraria, la de sacarla y buscar el máximo de cooperación como históricamente ha hecho con Turquía.
De hecho las economías de los dos espacios son muy complementarias y el resultado sería claramente positivo. Naturalmente para que esto tenga sentido la Unión Europea debería plantearlo en la OTAN y evitar todo aquello que pueda significar la idea de generar una amenaza para Rusia. Hay que entender que la organización atlántica es una reliquia del pasado, de la Guerra Fría, y un instrumento de dominación de EEUU sobre Europa. Una vez desaparecida la URSS el papel de la OTAN pierde todo su sentido y, sólo lo recupera si convierte a Rusia en «el enemigo» que significó el anterior régimen comunista.
Para lograr esto la campaña de intoxicación desde EEUU y sus medios y personas afines en Europa es total y consiste al presentar a Rusia no como el socio fiable que es, como demuestran los grandes acuerdos económicos con Alemania, sino como una parte de agresores encabezados por un asesino, como Biden no ha cansado de declarar.
En la tercera década del siglo XXI el futuro de Europa pasa por la europeización de Rusia y por construir con ella una sólida barrera al expansionismo chino, que sí tiene capacidad de convertirse en el nuevo imperio que sustituye a la URSS. En definitiva, entre uno y otro hay el mismo sistema de fondo: un autócrata autoritario delante de todo y un partido único que aplica la dictadura, sin duda compleja.