El tiempo que hace que no hay un gobierno con dedicación normal en Cataluña conlleva que los problemas y las necesidades se agraven y multipliquen. Sin pretender hacer un examen exhaustivo, estas son las principales cuestiones que debe abordar de manera inmediata y eficiente. La primera, y es una cuestión clave, hace referencia a los fondos europeos para la recuperación. A estas alturas no sabemos absolutamente nada de en que se aplicarán y en qué consistirá su gestión.
Además de esta gran tarea, se pueden señalar las siguientes:
- El enderezamiento del sistema educativo. Los resultados de Cataluña en rendimiento escolar son tan malos como lo puede ser la media española, que lo es mucho. No es asumible que un país con una tradición pedagógica tan fuerte tenga una situación de emergencia como la que vive la escuela en Cataluña. Sus efectos sobre el bienestar y el progreso económico a largo plazo son decisivos.
- El problema de la finalización de las concesiones y peajes y la financiación de las vías de alta capacidad. Aquí hay una patata caliente no resuelta y no sólo eso sino que la hipótesis, que no solución, de la Generalitat y la del gobierno español se parecen tanto como un huevo y una castaña, son incompatibles. Pago por viñeta en el caso catalán o pago por uso en la tesis del gobierno español. Resolver esto es urgente.
- Completar los traspasos de cercanías con todos los recursos necesarios. Esta es otra asignatura pendiente y esencial. El traspaso «político» que Zapatero hizo en su momento a la Generalitat socialista sirvió para dar titulares en los periódicos, pero en realidad es una cesión competencial muy deficiente. Hay que resolver este punto si se quiere normalizar la anómala situación del transporte de pasajeros en Cataluña.
- La mejora de las conexiones ferroviarias con el sur de Cataluña. Es otra gran asignatura pendiente que señala que hay varias Cataluñas y algunas de ellas muy olvidadas. Es el caso del sur.
- Terminación del tramo central de la línea 9 del metro. Es prioritario para la inversión hecha y los años que hace que dura esta broma, es una malversación que sólo quedará en buena parte resuelta cuando este tramo central entre en funcionamiento.
- La aplicación de los 1.000 millones para vivienda comprometidos. Pere Aragonès tiene pendiente de explicar cómo y cuándo aplicará esta promesa.
- Resolver el costoso e inacabable lío de los regadíos del canal Segarra Garrigues. En un país normal el escándalo de la mala utilización del dinero en torno a esta gran obra habría puesto fin a la vida política de más de uno. Aquí no pasa nada.
- La ejecución del compromiso de aplicar 5.000 millones de euros en sanidad. Esta también es una cuestión que se ha de explicar y concretar. ¿En qué plazo, en qué aplicaciones, qué parte irá a primaria, qué transformar plazas interinas en fijas? Muchas cuestiones que deben ser de entrada objeto de información y después vemos cómo se resuelven.
- Cataluña está funcionando con un presupuesto de antes de la crisis de la Covid-19, y este hecho se acentuará este año porque se ha optado por el camino de la prórroga. Hasta el 2022 no se dispondrá de este instrumento fundamental pensado para el momento. Es imperativo que, dado el tiempo que falta, se haga un buen presupuesto que integre todo lo que hay que abordar resolutivamente y del que la presente reseña es una pequeña muestra.
- Los 10 proyectos de ley pendientes. El ejecutivo ha de resolver esta cuestión de una vez por todas, bien decidiendo si hay algunos que deben decaer, bien tirando adelante. Pero es evidente que la herencia que ha recibido debe tener un trato racional y transparente. ¿Qué se piensa hacer con ellos?
Junto con este apunte habrían otros bien recientes que serían las grandes cuestiones, como por ejemplo la necesaria reforma de la Generalitat de la ley electoral o del absurdo sistema impositivo autonómico. Pero estas son harina de otro costal.