Todo lo que sea intentar determinar cómo podemos configurar el futuro es positivo. Pero si esto lo hace un gobierno y se limita a presentar una serie de declaración de buenas intenciones que permita dibujar un panorama idílico a 30 años vista, puede transformarse en una tomadura de pelo si no se definen las formas de alcanzar -lo con suficiente concreción, si no se parte de un diagnóstico preciso del momento presente y, sobre todo, si se ignoran las cuestiones decisivas a corto y medio plazo. Y eso es lo que le sucede al plan Sánchez, que es un puro producto de imagen. No es ningún invento nuevo. En los últimos mandatos del presidente Pujol podríamos rastrear iniciativas similares. No es honesto jugar con la credibilidad de los gobiernos y la credulidad de la población.
En el plan 2050 no se tiene un buen diagnóstico de los grandes problemas estructurales del país y, por tanto, no tiene capacidad de situar bien la respuesta, o bien lo que define lo podrían haber escrito un pequeño grupo de personas conocedoras de lo que el país necesita. Un grupo de 5 periodistas especializados, por situar una referencia concreta.
Por ejemplo, situamos dos de los grandes estrangulamientos estructurales. Uno es el del turismo. El turismo da mucho empleo de baja calidad, tiene mucho peso en el PIB pero una escasa capacidad de hacerlo crecer, genera mucha demanda de mano de obra poco cualificada en los momentos de expansión, y expulsa a trabajadores de manera masiva en los momentos de crisis. Está bien que un país tenga un buen apoyo en este terreno, como lo tienen Francia e Italia, pero es terrible cuando tiene tanto peso como en España.
Cataluña es un buen ejemplo de este tipo de problema. El desplazamiento de la industria hacia el turismo que proporcionaba rentabilidades muy altas, ha dado lugar a un sector muy grande del que depende un tercio del empleo, y con la Covid-19 se han visto las consecuencias.
Pero, si observamos la situación económica de Cataluña y el Índice socioeconómico Territorial, el IDESCAT, que es un magnífico instrumento para hacerlo, podemos constatar cómo la mayor parte de los municipios costeros y turísticos son los que presentan un menor nivel de ingresos y una mayor proporción de población joven poco cualificada. El problema es cómo traspasar parte del peso turístico a otros sectores. Es muy difícil. Pero si no se hace, España no tendrá nunca una buena productividad, ni una demanda suficiente de trabajadores cualificados.
Este aspecto esencial, el plan 2050 no lo aborda, como tampoco lo hace con el excesivo peso de las microempresas en nuestro tejido empresarial que limita la productividad y la innovación, y tampoco aborda un tema tan crucial como es el de la familia y la natalidad, aunque sí trata con detenimiento el envejecimiento y las necesidades de importar inmigrantes.
Con instrumentos de este tipo no se puede ir demasiado lejos. Más cuando a corto plazo el país no tiene un conocimiento del instrumento más inmediato y más importante, como es el plan de transformación económica financiado por Europa. Para no conocerlo, ni siquiera está al alcance de los diputados del Congreso. Ni existe ninguna comisión para su seguimiento. Todo es oscuridad.
- No existe el necesario plan de regulación de las cuentas públicas para ajustar el endeudamiento y el gasto a medio plazo. Se gastará alegremente sin prever qué se hará después.
- No se ha presentado, ni hay intención de hacerlo, el balance sobre la pandemia, aunque con más de 100.000 muertos es la mayor catástrofe que ha sufrido España desde la Guerra Civil. Para el gobierno, como si nada hubiera pasado.
- A pesar de la experiencia, a estas alturas, todavía no disponemos de legislación específica de carácter sanitario para un correcto control y prevención de enfermedades infecciosas. Es como si no hubieran aprendido nada.
- Por no disponer, ni siquiera disponemos desde hace 3 años del debate de la nación, donde el gobierno se examina de lo que ha hecho.
Es evidente que en estas condiciones, querernos explicar qué harán a 30 años vista es sencillamente tomarnos el número.