Cataluña se sitúa en el puesto 11 entre las 17 CCAA (descontados por tanto las ciudades de Ceuta y Melilla), con respecto al número de muertes por Covid-19. Es una posición mediocre tirando a mala, sobre todo después de las restricciones que hemos estado manteniendo. La tabla adjunta establece la clasificación de acuerdo con el número de muertes por cada 1.000 habitantes, y lo divide en 4 grupos:
El primer grupo está formado por aquellas comunidades que han obtenido unos resultados francamente buenos porque se sitúan por debajo de 1 muerto por cada 1.000 habitantes y en el que destaca Canarias.
El segundo bloque son aquellos territorios donde no se alcanza la cifra de 1,5 muertes por mil habitantes. Podríamos decir que este es el límite de lo que se podría considerar un resultado más o menos eficiente.
Por debajo tenemos a las autonomías que se sitúan por encima de 1,5 y no superan los 2 muertos por 1.000 habitantes, en el que se sitúa Cataluña en una posición muy a la cola.
Y por último, las comunidades que han obtenido peores resultados, entre las que destaca Castilla-La Mancha.
Es patente que existe una diferencia clara entre Cataluña y Madrid, y que, por tanto, nuestro resultado es mejor, pero lo que no está nada claro es que la diferencia de mortalidad guarde proporción con la gran distancia que hay entre los dos territorios con respecto al régimen de restricciones.
Cataluña debe revisar con urgencia su sistema de prevención y control de enfermedades infecciosas porque es en este punto donde radica una cierta dimensión del fracaso. Y mientras esto no se resuelva, las restricciones sirven para atenuar el problema, pero no para resolverlo si todo tiene como consecuencia castigar a la economía, provocando una herida social de otra índole.