La publicación de la nueva previsión de la OCDE confirma, a pesar de haber mejorado los resultados para España, que este país no superará la crisis en términos macroeconómicos hasta el 2023, y más allá con respecto a las crisis sectoriales más agudas y de desguace social.
España, según la previsión, crecerá su PIB este año un significativo 5,7%, 7 décimas más que su anterior estimación y un 4,8% en 2022, 8 décimas más que la previsión precedente. Pero como su comportamiento el año pasado ha sido con diferencia el peor de todos los países, con una caída de 11% del PIB, superior al de Argentina, -10,5, como el del Reino Unido -9,9, resultará que a finales del 2022 el PIB aún sería claramente inferior al que disponíamos en 2019. No sería pues hasta bien entrado el primer trimestre, dentro de tres años, que la evolución del PIB permitiría recuperar el impacto negativo de la coronacrisis.
Hay que decir, sin embargo, que estas previsiones se aguantan con pinzas porque se basan en la presunción de un control razonable de la Covid-19, y concretamente de un buen resultado este año en la vacunación. Si este hecho no se produce, porque al final del verano no se ha conseguido llegar al 70% y la temporada turística, aunque mejor que la anterior, continúa dañada, la previsión no se confirmará y el resultado será más malo .
Pero es que además la recuperación será muy asimétrica con una clara diferencia entre los sectores más perjudicados y otros sectores.
Este hecho ya se hace evidente a estas alturas, con datos de febrero 2020-2021, porque mientras que la demás sectores ya se han recuperado de la crisis y el número de afiliados a la Seguridad Social obtiene un resultado ligeramente positivo con 11,2 millones de afiliados, unos 100.000 más que en febrero de 2020, la caída de los sectores más perjudicados, es decir, comercio, transportes, hostelería, actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, continúan el descenso y se sitúan en 4,2 millones de afiliaciones, habiendo perdido 400.000 titulares.
Lo mismo puede decirse de los ERTE: en septiembre del año pasado había, con respecto al resto de sectores, 288.000 personas en ERTE que en febrero de este año se han reducido a 207.000. Pero los sectores más perjudicados han pasado en el mismo periodo de 428.000 a 702.000. Ahora hay por tanto 900.000 personas en ERTE , cuando en el mes de septiembre había 700.000. Pero este crecimiento está concentrado en los ramos de la economía que registran en mayor medida el impacto negativo.
Este hecho, junto con la vacunación hacen que las nuevas políticas del gobierno, todavía inexistentes, sean decisivas, porque la combinación ERTE-ICO que funcionó el año pasado, ya no tiene más capacidad de detener el problema.
Aquí entran en juego los 11.000 millones de euros anunciados por Sánchez, en unos términos que parecen muy improvisados, que significan una cifra claramente inferior a la necesaria, y que las entidades empresariales valoran en 50.000 millones. Tampoco está clara la estrategia ni la velocidad en que se producirá su aplicación, porque no se trata sólo de ayudar a las necesidades, sino de hacerlo sobre todo en lo que es el tejido productivo y viable y evitar de esta manera dedicar recursos a empresas zombis, que se mantienen gracias al crédito y a las ayudas. Esta es una tarea francamente difícil.
Por tanto y en resumen: mejora la previsión de la OCDE, los resultados no son suficientes para acortar el largo periodo que llevamos en crisis, este escenario depende sobre todo del ritmo de vacunación y de la nueva política gubernamental, y en todo caso los sectores más afectados no recuperarán su situación hasta más allá del 2023, y por lo tanto tienen una perspectiva de dificultad durante algunos años.
No se trata sólo de ayudar a las necesidades, sino de hacerlo sobre todo en lo que es el tejido productivo y viable y evitar de esta manera dedicar recursos a empresas zombis Share on X