Oficialmente, en los países de Oriente Medio todos, o casi todos, son musulmanes.
Poder religioso y poder civil se encuentran además particularmente entrelazados: la legislación suele incluir elementos de la ley religiosa islámica o Sharia. Los propios gobiernos tienen competencias religiosas, como controlar las oraciones. En Arabia Saudita, el ministerio de hacienda recoge también el Zakat, un impuesto religioso.
Sin embargo, Deutsche Welle, en su edición española, ha publicado un sorprendente artículo que recoge diversas encuestas que señalan que los habitantes de Oriente Medio se están alejando de la religión, al menos en sus formas promovidas por las instituciones oficiales.
La cuestión religiosa es particularmente delicada en Oriente Medio, y es difícil obtener datos que reflejen fielmente la realidad.
Sin embargo, el sociólogo norteamericano, Ronald Inglehart, profesor emérito de la Universidad de Michigan, defiende la tesis de una secularización creciente en Oriente Medio.
Inglehart ha analizado encuestas sobre las creencias religiosas en todo el mundo durante décadas, y afirma que se observa una disminución de la fe religiosa en países mayoritariamente musulmanes tan diferentes como Irak, Irán, Líbano y Marruecos.
En Irán, por ejemplo, oficialmente una república islámica desde la revolución de 1979, una encuesta reciente del Grupo para el Análisis y la Medida de las Actitudes en Irán ha revelado que un 47% de los interrogados declaran haber pasado de ser «religiosos» a no serlo.
Según Pooyan Tamino Arab, profesor de estudios religiosos en la universidad de Utrecht en los Países Bajos y coautor del estudio, esta tendencia tiene mucho que ver con las transformaciones que ha sufrido Irán durante las últimas décadas, como la urbanización masiva, la penetración de internet (comparable a la europea), el aumento de la alfabetización y el descenso del índice de fecundidad.
El estudio coautorado por Tamini desmiente los datos oficiales del gobierno iraní, según los cuales el 99,5% de la población cree en Dios. Según su hallazgo, un 80% de los iraníes creerían efectivamente, pero sólo un 32,5% se declara musulmán chií, la religión oficial del país.
Este investigador apunta que el factor más decisivo de la actual secularización es la institucionalización de la religión como fundamento e instrumento del poder del estado. Esto conduce a que la religión formal sea mal vista, a pesar de que la gran mayoría de la población siga creyendo en Dios.
Como Irán, la confusión existente en Oriente Medio entre estado y religión parecería estar empujando a buena parte de la población hacia actitudes más seculares.
Otro ejemplo sería el Líbano, donde sólo una cuarta parte de la población se declara ahora religiosa. Esto en un país donde el sistema político se basa precisamente en el equilibrio entre las tres confesiones mayoritarias: musulmanes chiíes, cristianos y musulmanes suníes. De hecho, su registro civil incluye la confesión religiosa del ciudadano como dato obligatorio.
40 años después del auge del Islam político con la revolución iraní y la lucha de los muyahidines afganos contra la invasión soviética, en Oriente Medio podría estar incubando una respuesta contraria a las ideas que propulsan aquellos acontecimientos.
La tensión entre la religión institucional promovida por los regímenes políticos como fundamento de poder, como Irán, pero también Arabia Saudí wahabita y sus poblaciones, podría eventualmente conducir a demandas de reforma.
Una incipiente apertura religiosa en Oriente Medio contrastaría con fuerza con la situación del Islam en los países europeos.
Como encuestas recientes realizadas en Francia demuestran, los musulmanes tienden, en cambio, a cerrarse y las posiciones contrarias en los valores occidentales ganan terreno.