Todos los análisis económicos son concluyentes. El primer semestre del año está perdido y el crecimiento será muy escaso. Por lo tanto, la pretendida recuperación en «V» aún no se perfila. La clave para que se produzca en el segundo semestre es el turismo y esto significa claramente una remisión muy importante de la Covid-19, tanto en los países emisores (y aquí las señales que emite el Reino Unido son buenas), como en los receptores, y en nuestro caso la cosa no está tan clara.
Mientras que el gobierno Sánchez continúa empeñado en afirmar que al final del verano habrá vacunado al 70% de la población, la sanidad catalana ya afirma, y aunque puede haber dudas, que a 3 de junio habrá vacunado de manera completa al 40%. Esto significa un ritmo de vacunación desde inicios de febrero de como mucho un 7% mensual. Naturalmente si esto se mantiene en estos términos, dado además las vacaciones de agosto, entraríamos en septiembre con no mucho más del 55% de la población vacunada y, obviamente, se habría desarrollado el verano con un porcentaje de inmunidades muy por debajo de la cifra que determina la inmunidad de grupo.
Por si fuera poco, hay que considerar que la ministra de Sanidad, Carolina Darias, no descarta que el próximo año se tenga que volver a revacunar a todos porque se desconoce el periodo de inmunidad que aportan las vacunas y, además, existe la interrogante sobre su efectividad contra las mutaciones que se van produciendo. Por si acaso, la Unión Europea ya reserva dosis para el próximo año por el temor a las mutaciones del virus.
En el caso concreto catalán, y a pesar de que a partir del lunes se producirá una cierta relajación, la situación está muy estancada. No empeora pero tampoco mejora, a pesar de las serias restricciones que imperan, y posiblemente esto tenga que ver con el terreno ganado por la variante británica que se considera que ya origina el 40% de los casos, cifra que llega al 92% en la Vall d’Aran. Hay que decir, sin embargo, que estas cifras hay que cogerlas con pinzas porque Cataluña como toda España es débil en su capacidad de secuenciar el genoma, práctica necesaria para determinar cuál es la variante de virus que afecta a la persona en cuestión.
Seguramente, sin embargo, la fecha más preocupante ante una cierta apertura es la capacidad de transmisión del virus, la tasa R que está en el 0,99, a efectos prácticos 1, que significa que cada enfermo infecta a otro, y que señala una situación estable. Si esto se produce a pesar de las restricciones, es evidente que hay razones que mueven a la preocupación.
Pero es que además, y se desconocen las causas, el departamento de Salud ha reducido sensiblemente las pruebas diagnósticas, lo que ha roto la serie sobre los casos confirmados, porque es necesario que el número de pruebas sea más o menos regular para que los casos confirmados expresen realmente una tendencia, si aquellas suben y bajan, la imagen que obtendremos puede ser muy engañosa. Josep Maria Argimon ha asegurado que reemprenderán los cribados, pero seguimos sin disponer de un plan sistemático y masivo que permita un buen control.
Por poner una referencia, se dice que una gran parte de los contagios se producen en la familia, pero no se explica cómo el contagiado número 1 ha contraído el coronavirus fuera de casa, y este es el punto débil. Afirmar, como se hace, que el transporte público es totalmente seguro, es pura propaganda política, porque en contra de lo que sería lógico, no se llevan a cabo cribados aleatorios a los viajeros del sistema público de transportes que permitirían ver cuál es el escenario real. Si a esta omisión en el plan de cribados se le añade la debilidad no superada en la capacidad de detectar las cadenas de contagio y efectuar un control efectivo de la cuarentena de los contagiados, constataremos que la situación catalana está desgraciadamente llena de incertidumbres.
Tampoco se entiende demasiado por qué el responsable del departamento de Salud, Argimon (olvidémonos de Alba Vergès), no quiere utilizar farmacias ni dentistas para hacer cribados rápidos, como sí se está haciendo en Madrid. En definitiva, panorama incierto y demasiados agujeros aún sobre la mesa.
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