¿Cuáles son las prioridades de Sánchez en estos momentos tan críticos? Su iniciativa parlamentaria es un claro indicador de aquello a lo que otorga importancia y a lo que no. De entrada hay que decir que Sánchez ha congelado, con la declaración del estado de alarma, la vida parlamentaria. Lo ha hecho en relación con el control del gobierno, porque a pesar de que estemos en una situación tan complicada y peligrosa, Sánchez, que acudió al Congreso por última vez en diciembre, no lo volverá a hacer hasta el mes de febrero, porque la normativa sobre el estado de alarma así se lo permite. De entrada, una de sus prioridades es evitar el control parlamentario reduciéndolo a la mínima expresión. El hecho de que el ministro de Sanidad que había sido llamado a comparecer abandone antes de hacerlo, aun acentúa más esta falta de luz y taquígrafos.
Parecería lógico que el Parlamento estuviera centrado en las dos grandes cuestiones donde nos jugamos la vida y el futuro: la pandemia y los proyectos para obtener fondos de la UE del programa Next Generation.
Es del todo evidente que España no tiene una legislación adecuada para afrontar las exigencias de la pandemia y recurrir a un tipo de normativa, la de los estados excepcionales, que no está pensada para esta cuestión. Tanto es así que el año pasado la vicepresidenta Calvo anunció que para el otoño del año pasado, presentarían una ley específica para proteger la salud y generar un sistema adecuado a este tipo de retos. No se ha tenido más noticia, y el agujero negro se hace notar.
Situamos un ejemplo: la multitud de fiestas ilegales contumaces y de riesgo declarado en el contagio constituyen un peligro para la salud pública. Pero todo se resuelve a base de sanciones administrativas que no disuaden a nadie, primero por su escasa incidencia, y segundo porque no tienen una cobertura jurídica suficiente. No es necesario ir a las fiestas que se montan en las discotecas en Madrid o Andalucía para constatar el escándalo, hay más cerca. La «jeta» de determinadas personas es tan grande que los Mossos tuvieron que intervenir el fin de semana pasado en el Teatro Grec de Barcelona donde había una fiesta multitudinaria con más de 200 personas y ninguna norma de seguridad. Si este tipo de acciones, que claramente dañan la salud pública, tuvieran una penalización más efectiva y dura, el efecto disuasorio sería evidente. Pero todo esto no forma parte de las prioridades de Sánchez .
Como tampoco forma parte presentar y debatir los proyectos previos que ya han sido llevados en su mayoría a la Comisión Europea y que son ya casi la treintena que se consideran necesarios para recibir los 170.000 millones. Pero todo esto se hace desde la más total ignorancia de la institución que nos representa a todos, que es el Congreso de los Diputados. De toda esta dinámica la democracia en España quedará muy mal parada y no será precisamente por los ataques de los ultras y populistas, sino por la forma de proceder del gobierno.
Aún sorprende más si se considera que esta parálisis del Congreso tiene un correlato de elevada actividad a través de una serie de leyes que se están haciendo absolutamente al margen de las necesidades y urgencias del momento presente, y que además son profundamente conflictivas y aumentan la polarización política: la aprobada ley Celaá sobre la enseñanza es el primer ejemplo, pero ni mucho menos el único. La ley sobre eutanasia, en trámite, y la negativa a mejorar las deficientes cuidados paliativos es otro y gordo ejemplo. Pero es que además en las próximas semanas entrarán futuras leyes LGBTI y trans, Mientras que el PSOE por su parte (porque las anteriores proceden de Podemos), también ha registrado una ley sobre feminismo, la no discriminación que ha encendido literalmente los ánimos de Irene Montero, que lo considera una traición. Y también se llevará a cabo un decreto, en este caso de Sanidad, para fomentar el aborto farmacológico. La gran pugna en estos momentos entre socialistas y la gente de Podemos, además del tema de las pensiones, es por el protagonismo de estos otros tipos de leyes que no resuelven nada y complican más la vida a los ciudadanos, porque son leyes profundamente ideológicas que sólo convencen a una parte del país.
Pero, ¿por qué actúa de manera tan extraña en medio de una crisis tan grande el presidente Sánchez? ¿Por qué no se preocupa de tratar las grandes cuestiones en el Congreso buscando acuerdos sobre la sanidad y la economía, y deja las leyes ideológicas para cuando hayamos superado tanta mortandad y paro? La razón es muy concreta, y responde a la matriz de pensamiento de Ivan Redondo (que por cierto ha iniciado la cuarentena porque ha dado positivo en SARS-CoV-2). El PSOE juega a mantener su actual nivel de votos y asegurar a sus fieles ideológicos, captando de Podemos aquellos que pierde en varias direcciones. No pretende ampliar su mayoría, sino consolidar su minoría, que es suficiente para gobernar a consecuencia del fraccionamiento de los partidos de centro y derecha, que junto con el tipo de circunscripción electoral de la mayoría de provincias españolas y la ley electoral, penaliza su representación parlamentaria. Paradojas de VOX y Ciudadanos: Si la derecha se presentara unida forzaría al PSOE a ir a buscar votos del centro en lugar de jugar a la polarización.
La estrategia electoral y del gobierno de Sánchez es clara: gobernar para los suyos, los más doctrinarios y fieles, y polarizar el panorama político como mejor forma de proteger su permanencia en el gobierno. Es un mal negocio para la mayoría.
El PSOE no pretende ampliar su mayoría, sino consolidar su minoría, que es suficiente para gobernar a consecuencia del fraccionamiento de los partidos de centro y derecha Share on X