Es histórica la capacidad negociadora del portavoz durante muchos años de CiU en el Congreso, Miquel Roca Junyent , para negociar con el gobierno español de turno, llegar a acuerdos y obtener contrapartidas más o menos importantes. Esta vía del denostado/despreciado autonomismo es la del «pájaro en mano», defendida por Jordi Pujol: avanzar en el autogobierno con continuos y pequeños progresos en cuanto a las competencias de la Generalidad.
El independentismo tenía que acabar con todo esto porque no llevaba a ninguna parte, aunque es evidente que Cataluña es con diferencia la autonomía con más competencias. Otra cosa es que se ejerzan a fondo. El independentismo debía alcanzar todo de una sola tacada. Los resultados saltan a la vista: ni se ha progresado en esta vía, ni ahora la Generalitat tiene más capacidad y reconocimiento que hace 10 años.
No es, por tanto, de extrañar que ERC se haya pasado de lleno a la vía autonomista de apoyar al gobierno, si bien en este caso lo que no queda tan claro es cuáles son las contrapartidas concretas. A estas alturas, ERC se ha convertido en el principal apoyo externo de Sánchez, lo que hace posible su continuidad en el gobierno, y por lo tanto le otorga una fuerza grande. Pero los resultados son muy escasos. La famosa Mesa de Diálogo ha quedado en la nada, de la amnistía ni hablar (en todo caso un tercer grado), y los beneficios presupuestarios, que los habrá, serán modestos. El problema comienza porque el apoyo de ERC no se hace tanto para conseguir ventajas para Cataluña, sino por razones estrictamente ideológicas, de partido . Ellos son de izquierdas y por lo tanto deben apoyar por definición al gobierno de izquierdas. Este hecho reduce automáticamente su fuerza negociadora porque PSOE y Podemos ya saben antes de empezar que ERC no tiene otra opción que pactar, porque si no sería hacer el juego a la derecha .
El resultado de este escenario es paradójico y bien visible: no sólo hace de Roca Junyent, sino que lo hace atado de pies y manos porque el eclecticismo de CiU, como el del PNV, hacía que pudiera pactar tanto con socialistas como populares. Y aquí nacía su fuerza. No es el caso. Por lo tanto, es fácil deducir que los intereses de Cataluña están supeditados a lo que la izquierda española considere como más adecuado desde su particular visión ideológica, porque sabe que ERC hará un seguidismo incondicional. Después de todo, todo queda entre gente de izquierdas .
Mientras tanto, la situación de Cataluña continuará siendo penosa. Quizás es hora de decir que una buena parte del problema que padecemos con la Covid-19 se debe al escaso gasto en salud pública que se hace en nuestro país en sanidad. Mientras que para el conjunto de España este representa el 6,3% del PIB, un punto menos que en la Unión Europea, en Cataluña es sólo del 3,8%. Es decir 2,5 puntos por debajo de la media española y casi la mitad del gasto europeo. Es literalmente escandaloso. Y este hecho ¿por qué se produce? ¿Por la mala financiación? No. Hay otras comunidades autónomas igual o incluso peor financiadas, como Valencia, que gastan más en sanidad. La razón es otra, la Generalidad de Cataluña ha desplegado multitud de gasto recurrente que tiene poco o nada que ver con las competencias. No viene de ahora, pero el defecto se acentúa con el paso del tiempo. Sin duda la más grande y visible es la de la Corporación Catalana de Radio y Televisión, que cuesta un ojo de la cara. Pero hay cientos menores poco controlados que suman un gasto superior en su conjunto. Para cubrir estos ámbitos no competenciales se necesita dinero. Y las dos partidas con diferencia más grandes de los presupuestos de la Generalitat son, en primer término, en sanidad y, en segundo, y a distancia la enseñanza. De ellos sale parte de la financiación que permite todas estas «alegrías» y esto explica la penosa situación de la sanidad catalana. La sanidad es desde el inicio el «banco de la Generalitat».
Hay que añadir una gestión presupuestaria desastrosa. Desde diciembre de 2009 Cataluña no dispone de un presupuesto aprobado a tiempo . De hecho se ha funcionado en cinco ejercicios con presupuesto prorrogado y el resto han sido aprobados fuera de plazo. Algunos con fecha tan avanzada como el mes de julio y la mayoría entre abril y marzo. De esta manera es imposible desplegar un buen funcionamiento económico de la Generalitat.