Ciertamente las comparaciones son siempre odiosas, pero hay que hacerlas para aclararnos. Se trata de la evolución que ha seguido la Covid-19 en Cataluña y Madrid .
El 1 de septiembre Cataluña se encontraba en el umbral de los 200 casos mientras que Madrid se situaba en los 500. Se adoptaron unas primeras restricciones en Madrid a lo largo de septiembre sin demasiados efectos. Su curva continuó subiendo hasta llegar a los 800 casos, mientras que en Cataluña se mantenía en torno a los 200. Pero a partir de la segunda tanda de restricciones de Madrid, su curva comenzó a bajar hasta situarse por encima, pero cerca, de los 500, mientras que la de Cataluña parecía repuntar hacia arriba. Este era el escenario el 1 de octubre cuando se estableció el estado de alarma.
Con el estado de alarma en marcha, la curva de Madrid continúa descendiendo aceleradamente, mientras que la de Cataluña también subió para situarse en la cota 300 y más arriba. Entonces en Cataluña se determina el cierre de bares, pero el número de casos continúa subiendo y ya se situaba en los mismos niveles de Madrid a 1 de septiembre, mientras que aquella comunidad continuaba la reducción hasta que en la tercera semana de octubre el número de casos en Cataluña ya sobrepasó a los de Madrid. En un mes y medio los términos se han invertido. Se instaura el toque de queda, Madrid continúa descendiendo, mientras que en Cataluña parece producirse finalmente un descenso muy leve.
En la actualidad Madrid presenta 369 casos de incidencia acumulada cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días con un índice de positivos en las pruebas del 8,64%, mientras que Cataluña todavía está en los 752 casos y una positividad del 12,82 %. En definitiva, Madrid ha conseguido doblar mas rápidamente la curva sin cerrar bares, ni restaurantes, ni teatros, ni cines, ni gimnasios, con confinamientos perimetrales muy quirúrgicos de zonas sanitarias, y con restricciones muy medidas que poco tienen que ver con la dureza de las catalanas. Por ejemplo, en Madrid el toque de queda no se produce hasta las 11 de la noche, y el cierre perimetral del fin de semana es regional y no municipal. El resultado es que los costes económicos y sociales para el sector privado en la Comunidad de Madrid, a pesar de existir, son mucho menos dañinos que los que se producen en Cataluña, donde ámbitos enteros como el de la hostelería, la cultura o el deporte, quedarán prácticamente aniquilados. Los resultados son claramente mejores para Madrid.
Sí, las comparaciones son odiosas pero los que nos gobiernan en Cataluña y especialmente los que toman las decisiones sobre nuestra salud pública se lo tienen que hacer mirar.
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