Armenia ha solicitado urgentemente la ayuda de Rusia para hacer frente a la ofensiva de Azerbaiyán sobre la región disputada de Nagorno-Karabaj, habitada por armenios cristianos.
Es la primera vez que Armenia hace un llamamiento a Rusia en el marco del acuerdo de defensa mutua y de asistencia en materia de seguridad, firmado entre Ereván y Moscú en 1997.
La solicitud del primer ministro armenio Nikol Pashinyan al presidente ruso Vladimir Putin llega en un momento crítico, ya que la ofensiva de Azerbaiyán amenaza ahora a Shusha, una población crítica para las comunicaciones entre la región de mayoría armenia y las fronteras internacionalmente reconocidas del país.
El acuerdo de defensa entre Armenia y Moscú no cubre los territorios ocupados fuera de las fronteras internacionalmente reconocidas, como es el caso de Nagorno-Karabaj. Además, de momento, Moscú ha evitado posicionarse en favor de uno u otro bando, ya que ambos forman parte de la antigua esfera soviética y Rusia mantiene intereses.
A pesar de ello, lo que sí que podría obligar a Putin a mover ficha es la intervención de Turquía, que claramente busca extender su influencia en la región del Cáucaso, tradicionalmente bajo el paraguas ruso.
Gracias principalmente a su tecnología más avanzada y a la ayuda militar enviada por Turquía, el ejército azeri ha ocupado ya parte de la región de Nagorno-Karabaj desde que la guerra estalló a finales de septiembre.
Las fuerzas azeríes han tomado más de 1.500 kilómetros cuadrados de territorios habitados por cristianos armenios, causando más de 5.000 muertos y una avalancha de desplazados.
Según explica el periodista armenio Arthur Ghukasian, la realidad que muchos medios parecen evitar admitir es que Azerbaiyán y Turquía buscan ocupar un territorio que ha sido desde siempre habitado por una población de cultura armenia.
En las fronteras entre el mundo cristiano y el musulmán
La religión juega un papel crucial en el actual conflicto, ya que el Cáucaso sur es una de las fronteras entre el mundo cristiano y el mundo musulmán.
Para entender el factor religioso, hay que retroceder hasta el año 301 después de Jesucristo, cuando Armenia se convirtió en la primera entidad soberana del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial.
Con la expansión del islam, la región es convirtió en una zona de frontera, o «marca» como diríamos en nuestro país, como lo fue Cataluña durante la Alta Edad Media.
En las postrimerías de la dominación del Imperio Otomano durante siglos, los armenios sufrieron el primer genocidio del siglo XX por parte de los turcos.
Las autoridades imperiales bajo la influencia de los Jóvenes Turcos hicieron todo lo posible para exterminar toda traza de Armenia -que hay que recordar, es la cultura oficialmente cristiana más antigua del mundo y por lo tanto cargada de simbolismo.
A pesar de masacrar entre un millón y medio y dos millones de personas según las estimaciones más ampliamente aceptadas, la identidad de los armenios sobrevivió a esta terrible prueba.
La región de Nagorno-Karabaj actualmente en disputa se convirtió en parte de una nueva entidad política creada por la Unión Soviética en 1921 y denominada República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Una decisión que nunca fue aceptada por la población local, compuesta por armenios en su inmensa mayoría.
A finales de la Unión Soviética, las tensiones culturales resurgieron. En 1988 se produjeron nuevas masacres de habitantes de Nagorno-Karabaj que querían la unión con Armenia. Con el fin de la URSS, estalló una guerra abierta entre armenios y azeríes, que duró hasta el 1994, cuando los armenios expulsaron definitivamente a las tropas enemigas de la región en disputa.
Ghukasian insiste en señalar que el gobierno de Azerbaiyán inició ya en la década de los 90 una política de destrucción sistemática de todos los símbolos culturales armenios dentro del territorio legalmente reconocido del país. Al igual que Turquía hizo a comienzos del siglo XX.
No hay tampoco que olvidar que Azerbaiyán está gobernado desde su independencia de la Unión Soviética por una dinastía de dictadores, Aliyev padre y Aliyev hijo, particularmente criticados por los abusos en derechos humanos. Sus gobiernos han continuado instigando el odio contra la cultura armenia.
La ayuda indispensable de Erdogan
Desde que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan inició una política exterior intervencionista, Azerbaiyán ha encontrado en Turquía un aliado particularmente adecuado para ocupar la región de Nagorno-Karabaj y proseguir su política de abolición de la cultura armenia.
Erdogan interviene ya en Siria, Libia, contra países europeos como Chipre y Grecia, y ahora contra los armenios. El mandatario ha llegado a afirmar que Turquía y Azerbaiyán son dos países … pero una sola nación. Se trata de una afirmación muy preocupante, ya que parece retornar a las primeras décadas del siglo XX, en el momento del genocidio otomano contra los cristianos armenios.
Ante una agresión militar sin precedentes que ha causado ya miles de muertos y desplazados, el mundo occidental hace llamadas vacías al alto al fuego sin tomar partido por aquellos que corren el riesgo de perderlo todo. Una vez más, Europa responde con silencio a las provocaciones de Erdogan y su sueño de conquista islámica.