La repentina pero corta enfermedad de Donald Trump ha posicionado brevemente a Mike Pence, actual vicepresidente y de nuevo vicepresidenciable, en el punto de mira de los medios.
Pence, relegado permanentemente por la omnipresencia de Donald Trump a un segundo plano, se encontró de repente con la responsabilidad de dirigir la campaña para la reelección del tándem Republicano.
Con un testado negativo de Covid-19, Pence se lanzó al asalto sin reservas, multiplicando los mítines y los encuentros con seguidores.
La posición de este veterano político no es nada fácil, ya que debe procurar no hacer sombra a un presidente que no lleva bien el tener que compartir el papel de protagonista.
Pero, ¿quién es Michael Richard Pence, el político que ha conseguido lo que parecía imposible, mantener la confianza de Donald Trump durante más de cuatro años?
Como sucede a menudo en el sistema político estadounidense, el tándem Trump-Pence se constituyó por razones de equilibrio político. Donald Trump se fijó en Pence, entonces gobernador del estado de Indiana y prácticamente un desconocido a nivel nacional, para mantener la confianza del electorado Republicano tradicional.
Antiguo comentarista en una radio conservadora, Pence se definía en sus intervenciones como «cristiano, conservador y republicano, por este orden».
Cercano al ala dura del Partido Republicano durante la década de los 2000, el Tea Party, Pence tenía en su historial un primer punto fuerte: el de mantener la confianza de los conservadores religiosos, de entrada dudosos de la moralidad del millonario de Nueva York.
Divorciado dos veces y protagonista de todo tipo de polémicas y escándalos, Trump no tenía gran cosa del modelo de hombre que los conservadores estadounidenses querían proyectar.
Pence encarnó el contraste con Trump: trabajador, devoto y discreto. Y lo más importante, moralmente impecable Share on XNacido y educado en los suburbios de Columbus (Indiana), su padre dirigía una pequeña cadena de tiendas de alimentación. Su madre educó los seis hijos de la pareja. Demócratas y fervientes católicos, los Pence frecuentaban la iglesia local, donde Mike y sus hermanos cantaban en la coral.
Sin embargo, ya en la universidad, Mike se alejó de las tradiciones familiares. Se convirtió al protestantismo evangélico y se hizo Republicano en la línea de Donald Reagan: conservador en aspectos sociales, liberal para la economía. Graduado en derecho, ejerció de abogado y lanzó su programa de radio, The Mike Pence Show.
Al inicio de su carrera política, Pence fue elegido varias veces en el Congreso, y se convirtió en gobernador de Indiana en 2013. Discreto pero ambicioso, Pence emergió como un excelente candidato para formar tándem presidencial con Donald Trump en las elecciones del 2016.
Una vez en la Casa Blanca, Pence demostró una notable capacidad de adaptación.
El entorno de Trump se reía un poco de este hombre del Midwest que recita la Biblia en voz alta y da un toque rústico al elitista Washington.
Pero por encima de todo, Pence supo hacerse útil. Con el tiempo se ha convertido en un pilar de estabilidad en el equipo ejecutivo de Trump. Mejor aún, Pence ha demostrado una lealtad a prueba de todo.
Junto a Trump, Mike Pence ejerce una diversidad de misiones. Para empezar, actúa como vínculo entre los Republicanos tradicionales, desorientados y un tanto desamparados, y el equipo del presidente. Por otra parte, como el reciente debate con la Demócrata Kamala Harris, tándem de Joe Biden, ha demostrado, Pence mantiene un tono cordial. En cierto modo, Pence ha adoptado el papel del «poli bueno» junto a un presidente irascible y tormentoso.
Durante la crisis de la Covid-19, y ante la falta de rumbo de Trump, es Pence de nuevo quien ofrece la cara seria de la Administración. El vicepresidente planifica y sigue la implementación de las medidas. Entre sus tareas, la de llamar personalmente a los gobernadores a los que Trump rechaza escuchar por teléfono. Todo ello, sin dejar de alabar la acción del comandante supremo.
Pence ha conseguido mantener la confianza de Trump a lo largo de cuatro años. No es extraño pues que sea él quien acompañe a Trump de nuevo. A pesar de las presiones para que nombrara a una mujer como Nikki Haley co-candidata para contrarrestar el efecto Kamala Harris.