Es cierto que la situación epidemiológica de Cataluña ha mejorado significativamente desde que la consejera de Sanidad, Alba Vergés, ha sido apartada y un buen profesional, Josep Maria Argimon, se ha puesto al frente. Es uno de los pocos méritos del presidente Torra, que demuestra cómo serían de diferentes las cosas si tuviéramos un gobierno que se dedicara realmente a gobernar.
En este momento la situación de Cataluña es razonablemente buena, pero aún está dentro de la zona de riesgo, especialmente porque el índice de reproducción ha vuelto a situarse por encima de 1. Con todo, Barcelona, que es el centro estratégico de la cuestión, se encuentra a niveles en torno a los 100 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Comparada con Madrid, que está en los 777 casos, es evidente la diferencia y también está lejos del valor límite de Francia situado en 250 casos por 100.000 habitantes.
Pero tengamos en cuenta que estamos hablando de niveles extremos en los que se requieren medidas restrictivas. Una buena situación sería por debajo de los 30 casos por 100.000 habitantes y estamos muy lejos de esa cifra, que de hecho no tiene ninguna comunidad autónoma de España. En Cataluña hay tres poblaciones en situación complicada que se sitúan entre las 20 más afectadas de España. Concretamente son: Girona con 415 casos y en el lugar 13 ° en la clasificación española, Tarrassa con 341 casos y el puesto 17, y Santa Coloma de Gramenet con 276 casos y en el lugar 26º. Estas poblaciones, sobre todo las del área metropolitana con un índice de transmisión superior a 1 y sin restricción de movilidad, son evidentemente un factor preocupante.
Por eso no se explica que la Generalitat no haya activado aún la App del Radar Covid, que evidentemente no sustituye el trabajo de los rastreadores pero hace más efectiva la tarea. El asombro por la no activación todavía se hace más grande si se considera que el CatSalut activa una web propia para mejorar la búsqueda de contactos. Su funcionamiento, aislado del contexto de toda España, tiene una capacidad más limitada porque no detectará la proximidad de personas contagiadas que vengan de otros lugares. Pero es que además, su procedimiento de uso es más farragoso que el Radar Covid.
Por otra parte, hay una cuestión elemental de sinergias y políticas conjuntas: el Radar Covid español solo tendrá plena eficacia cuando haya doblado el número de personas que actualmente están conectadas, que son poco más de cuatro millones.
La salud no puede aceptar medidas localistas porque es evidente que la Covid-19 no conoce fronteras, ni siquiera las inexistentes de Cataluña.
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