Las declaraciones de Puigdemont, y también de Torra en su primer acto público como expresidente, son inequívocas. Consideran que, si el independentismo consigue más del 50% de los votos en las próximas elecciones, llevarán a cabo el compromiso contraído el 1 de octubre, y por tanto el camino de la declaración de la independencia efectiva.
Que esto sea un compromiso sólo de cara a la galería o de cumplimiento efectivo es un interrogante acentuado por el hecho de que las banderas que puede levantar Puigdemont de cara a las elecciones son de este tipo, y deja en manos de ERC la bandera de la gestión. Hasta ahora, esta estrategia ha sido siempre favorable al expresidente en Waterloo porque, a la hora de la verdad, a pesar de las encuestas, ha preferido la opción más dura.
Hay que subrayar que es muy posible que en las próximas elecciones se produzca este hecho: por primera vez el independentismo se situaría por encima del 50% de los votos emitidos, y por tanto daría la opción a que Puigdemont cumpliera con su compromiso. Este hecho se produciría no tanto por un aumento de los votos en términos absolutos, sino por una significativa reducción de la participación, sobre todo por parte del sector no independentista del electorado, lo que permitiría la mayoría absoluta de los votos emitidos al independentismo con menos votantes que en las anteriores elecciones.
Todo ello confiere una especial importancia política a la abstención en estas elecciones, y constituye un capítulo poco tratado. Profundizar sobre esta cuestión y sus consecuencias es hoy una prioridad política de primer orden. Por esta razón, es muy posible que la Segunda Jornada del Encuentro de Independientes gire en torno a este escenario, que puede ser determinante para el futuro de Cataluña a corto plazo.
Si el independentismo consigue más del 50% de los votos en las próximas elecciones, llevará a cabo el compromiso contraído el 1 de octubre Share on X