«Miradme a la cara, estoy fenomenal», afirmó el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, al quitarse la mascarilla en rueda de prensa tras declarar haber contraído el coronavirus.
El excapitán de 65 años añadió que trataba su enfermedad con hidrocloroquina, el controvertido -y económico- medicamento defendido por algunos miembros de la comunidad científica y atacado por otros.
Bolsonaro, elegido en 2018 después de dos décadas de progresistas al poder en Brasilia, ha minimizado la gravedad de la epidemia del coronavirus. El presidente ha gestionado la crisis sanitaria con una serie de medidas poco restrictivas, y chocó repetidamente con los gobernadores que han impuesto confinamientos. «Es una simple gripe» ha dicho y repetido el mandatario.
Ahora, si Bolsonaro se recupera sin demasiadas complicaciones del coronavirus, su política sanitaria le podría traer beneficios electorales importantes. Esta es la conclusión del Financial Times en un artículo dedicado al «Trump tropical», últimamente conocido como «capitán corona» por sus opositores.
El líder conservador llegó al poder proyectando una imagen de combatiente solitario de la corrupción extendida en todo el país. Su imagen es la de un auténtico «superviviente a la adversidad», según el politólogo Matías Spektor del think-tank Fundaçao Getúlio Vargas.
El presidente de Brasil se ha forjado a lo largo de su trayectoria una reputación de superviviente. Elegido por primera vez diputado federal en los años 90, Bolsonaro fue durante mucho tiempo un guerrero solitario en un parlamento con una clara sobrerrepresentación del progresismo.
Todo ello en un país socialmente muy conservador y, por lo tanto, potencialmente receptivo a los mensajes de este atípico político. Fue así cómo Bolsonaro acabó encontrando la oportunidad política tan esperada cuando la máquina política de Lula da Silva, tanto redistribuidora de riqueza como corrupta, explotó con la bajada de los precios de las materias primas a partir de 2012.
La enfermedad de Bolsonaro, como el apuñalamiento que sufrió pocas semanas antes de las elecciones presidenciales, podría hacer reavivar esta imagen. Darse un aire de líder mesiánico que pone su destino en manos de Dios es una estrategia que resuena positivamente en muchos brasileños.
En plena pandemia, Brasil se sale mejor de lo que se podría pensar
En Brasil, la epidemia del nuevo coronavirus ha hecho de momento unos 70.000 muertos. Muchos en términos absolutos, pero pocos comparados con la población del país.
De hecho, si se observa la diferencia de muertes totales de los últimos meses respecto a la media de los últimos años, se comprueba cómo Brasil se sale mejor, de momento, de lo que muchos medios dejan entender.
Anomalía en el número total de muertes en Brasil y España desde enero de 2020 (en rojo) respecto a la media para el mismo período del año (en gris). Fuente: Financial Times
Según los cálculos del Financial Times, este año el exceso de muertes en Brasil (atribuible por tanto de forma muy mayoritaria a la Covid-19) es de un 19% respecto a la media y tiene una tendencia a la baja. En España, en cambio, es del 56%. En Perú, un país vecino de Brasil, el exceso de muertes llega a un escalofriante 141%.
El método de la variación respecto a los muertos esperables en un periodo determinado presenta la importante ventaja de esquivar las posibles operaciones de maquillaje de las cifras oficiales. En efecto, es más fácil ocultar las muertes por Covid que las muertes totales de un país.
Si se observa la diferencia de muertes totales de los últimos meses respecto a la media de los últimos años, se comprueba cómo Brasil lo supera mejor, de momento, de lo que muchos medios dejan entender Share on X