La Unión Europea (UE) podría detener la fusión que está realizando los consorcios automovilísticos FCA y PSA por motivos posible monopolio. Si Fiat y PSA no logran disipar las dudas de la Comisión Europea en los próximos dos días y posteriormente se niegan a ofrecer concesiones para el miércoles, fecha límite para hacerlo, el acuerdo enfrentaría una investigación que duraría alrededor de cuatro meses.
Hasta que el órgano de la Unión Europea que controla la competencia no de su visto bueno, la fusión de PSA y FCA no tendrá efecto ni será real la creación del cuarto grupo automovilístico del mundo. Es el único trámite que queda para que sea fehaciente, y se confía en ello, especialmente después de que la operación haya sido reconocida por el mismo organismo de India. El acuerdo pone bajo un mismo techo las marcas del grupo FCA, que agrupa marcas como Fiat, Jeep, Dodge, Ram, Maserati, mientras que el consorcio galo aúna las automovilísticas Peugeot, Citroën, Opel y DS.
El CEO de Fiat Chrysler, Mike Manley, aseguró que las compañías están camino de unirse para finales de año o principios de 2021 y que los términos del acuerdo no cambiarán por que están “escritos en piedra”. Esto significa que las condiciones de fusión deberían ser iguales para ambas compañías, con misma distribución de dividendos y mismo valor de mercado.
Sin embargo, el reciente préstamo que ha pedido FCA al Gobierno italiano para asegurar su liquidez tras el coronavirus no está poniendo las cosas fáciles. La empresa matriz de Jeep, Chrysler, Ram, Dodge, Fiat y Alfa Romeo ha sumado 6.300 millones de euros a su creciente deuda después de trasladar su sede legal a los Países Bajos, un paraíso fiscal.
Un fondo que ya tiene disponible de uno de los bancos más grandes de Italia, Intensa Sanpaolo. En palabras del CEO del banco, Carlos Messina, este capital es esencial para proteger un sector que representa el 6 % de la producción nacional de Italia porque, según los términos del préstamo, FCA usará el dinero para pagar a los empleados y proveedores, así como a financiar inversiones en el país.
Los dos fabricantes ya ensamblan la mayoría de sus vehículos utilitarios a través de una empresa conjunta llamada Sevel, en Atessa (Italia). Este sitio es la planta de ensamblaje de servicios públicos más grande de Europa y produjo 1.200 vehículos diarios antes de las interrupciones causadas por la crisis del coronavirus. Separar las empresas superpuestas, generalmente una demanda regulatoria para garantizar una mayor competencia, podría resultar complicado para los fabricantes de automóviles.