Hay opiniones que sostienen que ahora no es momento de críticas y, que cuando esto pase ya se dará la ocasión. Es un error de apreciación grave. Porque la crítica, cuando es concreta y basada en hechos, sirve para que se rectifique, y la política seguida por los responsables del gobierno español tiene mucho que rectificar, porque cada error se paga en víctimas.
España es ya el segundo país del mundo en número de nuevos contagios y el cuarto en número total de personas afectadas por detrás de China, Italia e Irán. Madrid presenta una tasa de mortalidad muy elevada, del 7’28% de los afectados, cuando lo más habitual sería situarse en torno al 2%-3%.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué ha sucedido para que partiendo de una situación mucho mejor que Francia y Alemania, las hayamos superado en número de casos y muertes? Es necesario plantear esta cuestión, pues de lo contrario, una vez pasado el estado de alarma, y más pronto que tarde, podemos sufrir un recrudecimiento de los ataques al reiterar los errores cometidos desde el inicio y no reparados.
Lo que nos ha sucedido no era inevitable. El doctor Oriol Mitjà, especialista en infecciones epidemiológicas que está investigando, junto con el doctor Bonaventura Clotet, la forma de cortar la cadena de transmisión del coronavirus ha estudiado durante semanas las pautas de propagación. Su calificación de lo sucedido es muy dura. “Ha habido falta de anticipación y capacidad para hacer previsiones y predicciones epidemiológicas de una epidemia evitable… nos dijeron que era imposible que llegaran casos importados. Cuando fueron autóctonos, dijeron que se podían parar las cadenas de transmisión con herramientas de salud pública muy débiles, como el aislamiento de casos y contactos. Al final la epidemia creció”. Y para que no queden dudas sobre las responsabilidades, afirma: “es necesario que haya un recambio en las personas que están dirigiendo esta crisis y un nuevo plan de acción en el que nadie tenga miedo a actuar y ejecutar acciones. El país está en la UCI y el médico que lo trata ha cometido errores. Es mejor cambiar de médico mientras estemos a tiempo y no lamentarse cuando no haya soluciones”.
Los tres grandes errores
Los errores graves cometidos pertenecen a tres órdenes distintos: A) Una actuación tardía sin previsiones de la evolución. Ha sido una mirada de vuelo gallináceo, en lugar de la mirada del águila. B) Se han cometido errores graves por causas de interés político e ideológico. C) Se ha adoptado una estrategia, que aún sigue, absolutamente equivocada, basada en la contención pasiva, cuyo fracaso está asegurado ante focos dotados de gran capacidad de difusión.
La cicatería en las medidas de contención, a pesar de saber que el problema radicaba en la multitud de portadores asistemáticos, ha llevado al desbordamiento, cuando Corea, Taiwán, Hong Kong, China, hasta cierto punto Alemania, y la teoría del foco, indicaban cuál era el camino. El Coordinador, Fernando Simón, y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, han actuado sin visión a medio y largo plazo descuidando las previsiones necesarias: la insuficiencia de recursos sanitarios son una de las consecuencias.
Un modelo matemático aplicado a los primeros contagiados en China, y publicado en la revista Science, ha determinado que las personas infectadas no detectadas, en el caso de la provincia Wuhan aceleraron la propagación del virus, porque solo un 14% estaba bajo control. Se trataba de individuos asintomáticos o con síntomas leves. Esta transmisión invisible, junto al largo periodo de incubación, es el gran desafío, ante el que el gobierno de España ha fracasado. La conclusión del estudio es clara: “es necesaria una identificación y aislamiento de las infecciones no documentadas”.
Y esta localización solo es posible con diagnósticos de focos y grandes cribados de población, pero en España esto se ha reservado a las élites políticas; ni tan siquiera la totalidad del personal sanitario, y las fuerzas de seguridad se han sometido a pruebas en todos sus miembros operativos. Corea ha realizado 4.831’3 test por millón de habitantes, China a pesar de su gran tamaño 2.820’4, Italia 1.420’5, Taiwan 676’6, Rusia 532’6, Francia 98’8, y así una larguísima lista (fuente Our World in data), en la que no figura España porque no ha hecho públicas sus cifras, aunque una filtración -y como tal incierta- publicada en la prensa anglosajona, la sitúa en 5. Si fuera así, estaríamos por debajo de Filipinas (6,8). Este ha sido, y todavía es, un problema central.
Todo este enfoque cortoplacista y sesgado, ha facilitado que el partidismo político del peor cariz haya jugado y mucho en contra de la salud pública. Es el caso de no cerrar Madrid, incluso antes del día 8, cuando ya era visible la dinámica de desbordamiento, para concentrar en ella recursos sanitarios y actuaciones para localizar focos y romper cadenas de transmisión.
Ha constituido un atentado a la salud pública el haber mantenido las manifestaciones feministas del día 8, concentrando en Madrid 150.000 personas. El informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (EDC), indicaba el 3 de marzo que, los gobiernos debían promover en la población medidas de distanciamiento social, señalando específicamente evitar “actos multitudinarios”. A pesar de ello las manifestaciones del día 8, no se aplazaron. El propio gobierno, con las ministras al frente, alentó la participación. Fernando Simón, coordinador del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, la apoyó de manera explícita en su habitual rueda de prensa. Después supimos que dos ministras, protagonistas de la manifestación, estaban infectadas, así como la mujer del presidente Sánchez. ¿Cuántas más corrieron la misma suerte? ¿Cuál fue su impacto? No lo sabemos. Lo que sí se sabe es que el día 7 había 441 casos detectados, el lunes se habían más que doblado llegando a los 999 y el martes cuadruplicado alcanzando los 1.622 con 35 muertos. Eso ha sido el 8 de mayo, que ha multiplicado los sujetos contaminados y las cadenas de trasmisión desconocidas.
Capítulo aparte es el error global y reiterado al emplear la contención pasiva en lugar de la activa. Una equivocación que prosigue y puede dañar los resultados del confinamiento una vez este termine, y que también es el responsable de la trágica afectación en las residencias de ancianos. Será en el próximo artículo.
Artículo publicado en La Vanguardia
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