A una velocidad de vértigo, las crisis en relación con la situación política de Cataluña se hacen y se deshacen. Primero la ruptura en el Parlamento al no autorizar el presidente Torrent de ERC el voto del otro presidente, el de la Generalitat, Torra, contestada automáticamente al día siguiente por el anuncio de un adelanto de las elecciones aplazadas hasta después de la aprobación del presupuesto, dada la crisis de gobierno existente.
En este escenario, la agenda Puigdemont Torra podía llevarse la bandera de la rebeldía ante las acciones jurídicas de los poderes estatales.
Al día siguiente el problema para ERC se incrementaba cuando la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, dejaba en suspenso la reunión de Sánchez con el presidente de la Generalitat, posibilidad a continuación desmentida desde la Moncloa al asegurar la reunión del próximo jueves, pero que al mismo tiempo suspendía la mesa de negociación hasta después de las elecciones.
Si la película se hubiera acabado aquí, el golpe a ERC habría sido monumental, porque la dejaba sin relato en cuanto a su negociación con Madrid y cuestionado su papel de firme independentista que va a por todas en Cataluña.
Pero he aquí que se produce un pronunciamiento de Esquerra denunciando el incumplimiento por parte del gobierno de Sánchez, algo del todo evidente, y esta actitud se ve magnificada por el hecho, que no deja de ser insólito, de que Rufián por la tarde se entrevista con Sánchez en la Moncloa y el resultado es una rectificación del gobierno español en toda regla ante la presión republicana. Punto y set para el negociador republicano y una recuperación del rol de este partido en Cataluña. Porque ahora puede presentarse como la fuerza que de una manera clara y evidente le ha tumbado el pulso a Sánchez.
Sean así las cosas o bien de otro modo, lo que se ve es exactamente lo que hemos descrito. La pregunta del millón es por qué en un lapso tan corto de tiempo hubo tantos desmentidos y contradicciones en la Moncloa. Sánchez desmintiendo a su vicepresidenta para acabar desmintiéndose a sí mismo.
La historia no ha terminado y ahora hay que ver el papel que le da Torra a su entrevista, porque ha de intentar contrapesar a toda costa el éxito que han tenido Rufián y ERC.