En el famoso libro del siglo XV La Celestina, considerado una de las obras que da nacimiento a la novela y el teatro modernos, hay una sentencia que podría aplicarse muy bien a nuestros días en relación con la Unión Europea (UE). Dice así: «Cada uno habla de la feria según le va en ella«. Traducido a nuestros días y aplicado a la UE, la sentencia diría así: «Cada uno habla de la UE tal como le va en ella», o también «Cada uno habla de Europa tal como le va a Europa».
Cuando a Carles Puigdemont no le iban nada bien las cosas en la UE, al principio de su estancia en Waterloo (Bélgica), hace dos años, y las principales instituciones europeas (Comisión Europea, Consejo Europeo, Parlamento Europeo) no le hacían el menor caso, más bien al contrario, algunos todavía recordamos que le faltaba tiempo para menospreciar e insultar a las instituciones europeas. Actualmente, en cambio, alaba la justicia europea a raíz de su última sentencia del 19 de diciembre de 2019 y espera con impaciencia participar de la vida parlamentaria europea, después de haber sido finalmente acreditado como europarlamentario.
Entre muchas frases despreciativas dedicadas entonces por Puigdemont a la UE se puede recordar la siguiente por su carácter emblemático: «La UE es un club de países decadentes y obsoletos«. En otra ocasión declaró que «quizás no hay mucha gente que quiera formar parte de una UE insensible al atropello de los derechos humanos y democráticos de una parte de su territorio». Se refería naturalmente a Cataluña. Y añadía a continuación que tal vez sería conveniente que los catalanes fueran consultados sobre la posibilidad de salir de la UE a través de un referéndum, como los británicos.
Era la hora del Catexit o salida de Cataluña de la UE. Algunos analistas escribieron entonces cosas como las siguientes. Ramon Espadaler: «Puigdemont defiende la causa antieuropeísta de los populismos como el Brexit, Cataluña no lo merece». Ignasi Guardans: «Puigdemont dedica tiempo y recursos a atacar a la UE». Pablo Echenique: «Puigdemont con su Catexit quiere salir de España, de la UE, del mundo y de la realidad». Incluso en el Financial Times se replicaron las posiciones antieuropeas del expresidente catalán: «Así como el Brexit (la salida del Reino Unido de la UE) aportará enormes problemas y dolores de cabeza, el Catexit (la salida de Cataluña de la UE) podría suponer muchos más».
En estos primeros días del año 2020, Puigdemont (más Comín y Junqueras, los tres eurodiputados catalanes) de la última cosa de la que quisiera hablar sería del Catexit, pues las instituciones europeas, a su entender, «ahora se están comportando como salvadoras» ante «la represión» a la que los tiene sometidos la justicia española.
La sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) del 19 de diciembre de 2019 declaró que Oriol Junqueras ya era parlamentario europeo inmediatamente después de su elección y, por tanto, con inmunidad parlamentaria, sin tener que esperar a «formalidades posteriores» o actos de aceptación de carácter estatal español, como la jura de la Constitución en los locales de la Junta Electoral Central (JEC) en Madrid. De rebote, Puigdemont y Comín resultaron directamente beneficiados por la sentencia. Puigdemont lo ha celebrado con un tuit que dice así: «Aún quedan jueces en Europa».
Las cosas han tomado efectivamente otro rumbo después de la sentencia del TJUE (cuando se escribe este post el Tribunal Supremo aún no ha pronunciado su última palabra). Ahora las respuestas antieuropeas más estridentes ante aquella sentencia se han producido desde las filas de Vox y de la extrema derecha española en general. Pero no sólo. Numerosos columnistas de respetables cabeceras españolas tanto de papel como digitales se han sumado a la coral de improperios y descalificaciones contra el TJUE y contra la UE en general. Se han escrito cosas como las siguientes: «Es el enésimo desprecio a las instituciones y leyes de España, en contra de los intereses del Estado y la dignidad de la Nación», «El Tribunal de Justicia de Luxemburgo da oxígeno y apoyo al proceso golpista en Cataluña»,» Bruselas es una unión antinacional, un monstruo prepotente que nadie ha elegido, con órganos descontrolados que agreden a las naciones miembros», «España no es una colonia de la UE», «la UE es un santuario de golpistas y terroristas».
Del Catexit (salida de Cataluña de la UE) se ha pasado al Spexit (salida de España de la UE). La reacción de la líder del PSOE en el Europarlamento, Iretxe García Pérez, fue muy furiosa cuando se enteró de que el presidente de la Eurocámara, David Sassoli (italiano, de centroizquierda), decidió aplicar de manera inmediata la sentencia y acreditar a los tres europarlamentarios catalanes. Iretxe García Pérez se dirigió al presidente David Sassoli con estas palabras: «¡No le puedes hacer esto a España!». Incluso se ha llegado a crear una Spexit Platform que se pronuncia a favor de «una España grande, libre y soberana».
Tanto el Catexit como el Spexit son fórmulas esperpénticas antieuropeas que Cataluña y España necesitan superar, pues responden a las peores corrientes populistas que tanto están perjudicando a los destinos de nuestro continente.
El gran historiador medievalista francés Jacques Le Goffe, un europeísta convencido, se dedicó a estudiar las raíces profundas de la construcción europea. En su libro «La vieja Europa y el mundo moderno» podemos leer la siguiente frase: «No olvides nunca, Europa, lo que eres de verdad, es decir, una suma de diversidades que aspiran a la unidad, eres una dialéctica entre el esfuerzo hacia la unidad y el mantenimiento de la diversidad». Cataluña y España son partes esenciales de Europa, que aspira a ser una unidad dentro de la diversidad, tal como recoge el lema de la UE. Nada más erróneo por nuestra parte que querer abandonar la UE, es decir, el proceso de integración más importante que ha conocido Europa en toda su historia, aunque inacabado, que espera nuestra contribución, y no nuestra defección, para convertirse en una realidad plena.